“Entre diciembre de
2015 y marzo de este año hubo 141.542 despidos, según registró un informe del
Centro de Economía Política Argentina (CEPA). De ese total de despidos, el 52
por ciento correspondió a trabajadores del ámbito privado y el 48 por ciento
restante a empleados del Estado.”
(…) “…los trabajadores
más afectados por los despidos fueron los de menor calificación y los
precarizados. ‘De los 80.446 despidos en el sector privado, 71,88 por ciento
corresponde al sector construcción, 23.40 por ciento a industria y 4,72 por
ciento al sector servicios’ (…) A su vez, en el sector público las cesantías se
repartieron entre dos grandes áreas: el Estado nacional (38,28 por ciento) y
las provincias (48,56).”
“Las ventas minoristas
evidencian una caída de 5,8 por ciento en marzo. La construcción presenta
cuatro meses consecutivos de caída de la actividad desde diciembre de 2015, la
producción siderúrgica experimentó un claro declive a partir de noviembre de
2015, acelerándose esta caída a partir de diciembre. El complejo automotriz
redujo sus exportaciones…”
(…) “Sobre el poder de
compra de los sueldos, el estudio apunta que mientras las paritarias ‘adelantan
un nivel de recomposición salarial que llegaría al 18,01 por ciento para el
primer semestre’, el índice de precios minoristas subió un 24 por ciento en los
últimos seis meses.”
Tremendo panorama. Alguno de esos que quieren darle tiempo
al gobierno podrá decir que el CEPA tiene tufillo a K; entonces bien pueden
indagar en la información periodística publicada en estos meses (incluso la
prensa hegemónica que leen gratarola en los bares), y de sindicatos y cámaras
empresariales. Esas son las fuentes de las que se vale el informe del CEPA.
Dicho esto… tremendo panorama. Pocas veces se ha destruido tanto
en tan poco tiempo. Y ni una vez se logró con el acompañamiento del voto
popular, es esta la única vez y da vértigo pensarlo. A una situación como la apuntada
se deba tal vez la impresionante convocatoria gremial al monumento al trabajo
del 29 de abril pasado.
El elenco gubernamental liberal ha logrado lo que nadie en
estos largos últimos años: dar un motivo a las cúpulas sindicales -enfrentadas abiertamente
y desde hace mucho- para dejar de lado sus diferencias y llevar a cabo un
impresionante acto de unidad que, encima, amenaza con ser sólo el principio.
¿Ha enloquecido el gobierno liberal?
No se duda (por lo menos no desde aquí) del poder de
convocatoria genuino (es decir no solamente “aparato”) de las centrales obreras
y sus sindicatos. Lo han demostrado una y otra vez, cada uno en su proporción y
a lo largo del tiempo. El que aún piense que todo eso se debe a “aprietes” y
demagogia, la verdad es que se ha perdido gran parte de la historia argentina
(y universal). Mencionemos dos casos… el primero Camioneros, ya que más allá de
las posiciones políticas de Moyano (que desde aquí repudiamos, aunque no
importe demasiado), es innegable que el sindicato está bien conducido y va hacia
buen puerto desde hace mucho. Si usté conoce a un camionero pregúntele y verá
(tenemos amigos y compañeros camioneros a los que les hemos preguntado).
El otro caso que arbitrariamente menciono es el de ATE.
Desde la recuperación de ATE Capital recientemente, no solamente se incrementó
la afiliación sino que se nota el entusiasmo en la calle cuando existe una
conducción que responde a los trabajadores. Nuevamente, vale aclarar que se
toman dos ejemplos y que podrían ser otros, cada uno tendrá los suyos. Pero lo general
y notable es que había ganas de participar, ganas de marchar, ganas de hacerse oír.
Un dato para destacar también es el comportamiento de las
distintas y diversas columnas. Convivencia entre centrales y sindicatos que no
siempre han podido hacerlo tranquilamente, que han sostenido posturas (y voto) antagónicos.
Y todo tranqui, como que lo que unifica es la condición de trabajadores. Esa
cosa que se respira en convocatorias como esta y que no da ningún acto político
de la política. Y esta es una opinión personal, así se siente uno tal vez
marcado desde siempre por la militancia sindical.
Bueno, pero volvamos… ¿qué expectativas de gobernabilidad a
mediano y largo plazo tiene este gobierno liberal con las políticas que aplica?
En primer término, no parecen percibir estas políticas como negativas o que
conlleven algún problema. El nivel de autismo político es importante. Además,
el discurso utilizado sigue siendo el de campaña, cuando no con una dosis de
cinismo que desafía el buen gusto y el don de gentes. Pero es sabido, la
derecha tiene estas cosas que encubren actitudes y conductas claramente
psicópatas.
El elemento distintivo es el favor de una parte de la
población. La buena imagen que reflejan las encuestas, el tiempo de
expectativa, la tirria contra Cristina y el kirchnerismo. Eso puede cambiar,
sobre todo cuando se trata de gente que no es rica, ni vive en un country y que
por más que fantasee “no pertenece”. Esos pueden cambiar de opinión y de humor,
y pueden hacerlo rápido ya que son propensos a ver la vida bipolarmente en “blanco
o negro” (menos la personal, ahí si que aparecen los grises y esos gatos que de
noche son siempre pardos). El gobierno liberal no debería contar con la “lealtad”
de estos votantes que le dieron una estrecha victoria (aunque victoria al fin).
Y la duda final: ¿estos tipos vienen al choreo, o pretenden
un laburo ideológico en la sociedad para terminar con el “populismo”, es decir
con nosotros?... Por lo que aparece y el apuro que tienen, se mueven más como
fulanos que reventaron la persiana y están cargando las cosas en una chata
puesta de culata. Pero es parte de un debate.
Por ahora, y más allá de las conducciones sindicales que
siempre son coyunturales, los laburantes vamos a seguir ganando la calle.
* Las citas son de “El
desempleo que Macri no ve” por Laula Vales; Página 12 del 26 de abril de 2016;
pág 2.
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