miércoles, 4 de enero de 2017

EL LAUDO (una de laburantes)



Hoy se cumplen cien  años del laudo arbitral del 4 de enero de 1917, con el que el Estado dirigido por el radicalismo de H. Yrigoyen intentaba cerrar el conflicto laboral en el Puerto de Buenos Aires que duró más de un mes. El documento establecía que ninguno de los participantes en la huelga quedaría cesante, que la jornada laboral sería de 8 hs en sala de máquinas y 9 en cubierta, se reconocían los feriados como no laborables, los salarios se pagarían en tiempo y forma del 1 al 10 de cada mes, se controlaría la calidad de la alimentación provista a las tripulaciones, existiría un control de horas extras con certificado del capitán de cada nave, se bregaba por el respeto a contar con un mínimo de tripulación por buque y no menos, y se reconocía que en los hechos la contratación quedaría bajo supervisión del sindicato marítimo.


Vayamos por partes. Primero nos situamos en tiempo y espacio... "Tras la represión del Centenario, la crisis económica y los primeros años de la guerra, comenzó a despuntar en el país una renovada acción gremial precisamente encabezada por los trabajadores marítimos a fines de 1916." Aclaro que las citas -habrá varias- vienen de un libro de reciente aparición: "EMBARCADOS. Los trabajadores marítimos y la vida a bordo: sindicato, empresas y Estado en el puerto de Buenos Aires, 1889-1921." de Laura Caruso (editorial Imago Mundi).


¿Por qué era importante el Puerto para el Gobierno radical? Tengamos en cuenta que, en 1919 en plena represión feroz en los hechos conocidos como Semana Trágica, los marítimos realizaron otro paro y con éxito, con el espaldarazo del presidente Yrigoyen... Ocurría que el Puerto era el punto neurálgico del país agroexportador, ese modelo de crecimiento hacia afuera por el cual Argentina se insertaba en el mundo capitalista como un proveedor privilegiado de materias primas (carne y cereales fundamentalmente). En la restauración conservadora de los '30 (la primera, después vendrían otras, hasta esta que estamos viviendo), algún preclaro funcionario diría que el país debía aprovechar sus ventajas comparativas, el tener un suelo prodigioso que hacía crecer cualquier cosa y extensiones extraordinarias para que pastara el ganado; eso hacía innecesaria cualquier inversión en una industria cara y problemática cuando se podía comprar al mundo lo necesario con las enormes ganancias que nos brindaba la naturaleza. Un maravilloso negocio que podía ser arruinado, o por lo menos interrumpido por la organización sindical que había echado raíces ente marítimos, estibadores, carreteros, changarines, portuarios en general y, para colmo, también en oficiales y contramaestres de la marina mercante (que era toda toda privada y cuya voz cantante la llevaba la Sociedad de Navegación a Vapor Nicolás Mihanovich).


¿Cómo eran las condiciones del trabajo de los marítimos? A juzgar por lo que establecía el laudo, no eran de lo mejor. Las empresas -y sobre todo Mihanovich- ejercían sus derechos de propiedad en niveles de superexplotación de los trabajadores, sin respetar prácticamente ninguna reglamentación establecida (y había bien pocas) ni normas de seguridad.  La vida a bordo era dura y las tareas del puerto muy pesadas, no eran para cualquiera. Pero esos fulanos estaban organizados.


¿Cómo era esa organización sindical? La Federación Obrera Marítima (FOM) era la heredera de las primeras organizaciones de laburantes gringos que vivían en la Boca, Barracas y la vera del Riachuelo. Con ideas que alguna vez fueron anarquistas, sus dirigentes habían mandado al diablo al Partido Socialista y creían en el sindicato como el centro de la actividad revolucionaria, como un fin en si mismo y la única organización genuina para la clase obrera. De ahí que se autodenominaran "Sindicalistas Revolucionarios" o simplemente corriente "Sindicalista". Habían llegado a controlar la Federación Obrera de la Región Argentina (FORA) en su IX° Congreso, lo que provocó la ruptura con los Anarquistas que se quedaron con la FORA V° Congreso. Y de golpe, tenían en frente a un gobierno producto del voto secreto y obligatorio consagrado por la ley Sáenz Peña. Yrigoyen creía también en el modelo agroexportador al igual que los conservadores, pero creía también (al revés que ellos) que era necesario integrar a la clase obrera a la sociedad con plenos derechos, tanto laborales como civiles. Una sociedad "armónica" debía necesariamente contar con la intervención estatal como árbitro entre las clases y allí Yrigoyen intuía que estos "Sindicalistas" podían ser un aliado muy útil. No así los anarquistas o los gremios que respondían a los socialistas. Se podía negociar con esta gente...


Las empresas navieras (el otro actor de este asunto) no reconocían a los sindicatos y consideraban que la intervención del Estado violaba el derecho a la propiedad privada. Empresas y trabajadores debían entenderse entre ellos, en forma privada y, si estallaba el conflicto, entonces el Estado debía intervenir en favor de la propiedad privada, es decir, reprimiendo a los revoltosos (gremialistas) y activistas. Llegaron a llamar a la FOM el "soviet del puerto". 


El conflicto de fondo se desarrolló en estos términos y por esos motivos: "...estos tripulantes nucleados en la federación crearon una situación excepcionalmente exitosa: el control sindical sobre la contratación y las condiciones de trabajo a bordo. Junto al ejercicio de este control, los trabajadores fomistas desarrollaron una vinculación político-gremial particular con capitanes y oficiales, una novedosa construcción considerando aquel mundo laboral de a bordo atravesado por las jerarquías." (...) "La acción de los sindicatos de foguistas y marineros, mozos y patrones, se vio potenciada por la de oficiales, capitanes, maquinistas y comisarios, dando lugar a un movimiento eficaz y exitoso en el control de su trabajo diario."


Y con ese capital se lanzaron a la construcción de un novedoso movimiento obrero organizado aprovechando la fortaleza que les daba la estratégica posición por la cual llegaban  (las vías navegables) a todos los rincones en los que estaba estructurado el modelo agroexportador. Si bien fueron derrotados en 1921, la estela de este tipo de sindicalismo tuvo una vigencia de casi tres décadas y llegó a las orillas de los que después fue el peronismo. Muchos dirigentes que se hicieron peronistas en los cuarentas, venían del "sindicalismo revolucionario". Así son las cosas.


Bueno, se hizo largo. La intención era destacar el laudo que establecía el control obrero sobre la contratación laboral en el puerto en base a registros de trabajadores sindicalizados (y no rompehuelgas, que eufemísticamente las patronales llamaban "trabajadores libres"), disputando el poder concreto a los dueños de todo. Y no fue poca cosa.


Los trabajadores tenemos historia y es imprescindible saber, siempre, de qué lado del capital se ha nacido y por lo tanto, cuáles son los intereses propios que debemos defender. ¿No le parece compañero?

lunes, 2 de enero de 2017

UNIDOS O...



La unidad es una condición necesaria y suficiente para afrontar las próximas elecciones. Esto dicho así, es irrefutable. En todo caso, el carácter y extensión de la unidad es lo que merece comentarios y debate. 

Unidad en primer lugar del peronismo en torno a su partido electoral por definición (el PJ) y con esta base, la unidad del entramado frentista que es característico del planteo justicialista. El aporte novedoso -entre muchos otros- del peronismo kirchnerista es la transversalidad, que ensayó un frentismo más allá de formaciones partidarias consagradas por el tiempo para ir hacia alianzas sociales más amplias y reales, y posibilitó en gran medida la politización de una nueva generación y de importantes sectores de las capas medias. Lo cual no ha sido poca cosa.

Una primera cuestión es el asunto de las candidaturas... sobre si va o no la Señora y si tendrá o no amarrada la lapicera. Una cuestión de cuadros militantes, para nada una preocupación de la porción de electorado que espera ansioso e impaciente una señal para votar una alternativa al modelo liberal que le va destruyendo rápidamente todos los logros de los últimos años. Disquisiciones bizantinas (un peronismo bizantino o barroco, eso si que es una novedad) sobre que CFK sea la líder indiscutida del espacio pero no la Conducción, parecen importantes y también soberanas pavadas. El hombre y mujer de a pie van por otro lado y la política es, de última, un servicio para esos fulanos... ¿o no?

A uno le parece que Cristina es una conducción que va y que viene -lo que pone nervioso a más de uno-, que es la única dirigente nacional y más que tenemos y la que tiene una tremenda popularidad. A la par también cuenta con un rechazo importante, y ese es un problema. Ahora, sería bueno sacarse la careta porque los que la amamos, la amamos de verdad y más allá de toda las críticas que le hacemos y le haremos. Otros compañeros la respetan o la temen, tienen que elegir entre esas dos posibilidades o por ambas (problema de ellos). 

Así y todo, estamos todos juntos en este barco que iba a la deriva tras una derrota electoral, por poco pero con dimensiones simbólicas y concretas impresionantes. ¿O el liberalismo no pudo al fin ganarnos legalmente y por derecha? (nunca tan bien puesto). No era fácil volver de eso, y el 49% era sólo la foto de ese día. Entonces, estar juntitos es más que importante. 

Segunda cuestión: la caza del traidor. Y bueno, si a usté le gusta o se siente mejor... ya le había dicho que cuando cuente más traidores que compañeros, está en un problema. Perón tiene frases memorables para este tema, para qué repetirlas pero piense qué cosa es más importante, si la bronca por esos fulanos o el proyecto nacional y popular. Si la furia puede superar a la conciencia de que los vendepatria gobiernan la Patria. Y de todas maneras mire, en esta oportunidad los traidores, oportunistas y demás que habemus no pesan más que los doce años que hemos vivido. Los retardatarios (aún los traidores) son parte del asunto y tienen su utilidad: generar anticuerpos diría el General. Puede que más aún, si nos sirven para abrir la cabeza y ver la amplitud de la convocatoria que siempre ha hecho el movimiento popular. Vienen muchos, y en esos muchos, también esos, otros se van arruinando en la marcha, a otros nos los ponen a propósito. En fin, no puede ser este tema el que dirija la construcción o no de una alternativa al neoliberalismo. Es estúpido y de una moralina sin justificación ni perdón (justificaciones y razones siempre habrá, pero el fondo del asunto es de estricta política).

Hay signos tranquilizadores, ojalá madure la unidad porque será la prueba de que se ha procesado la derrota y se comienza a superar una etapa. No podemos volver a lo que tuvimos, para volver de verdad habrá que tener una propuesta que no se ha tenido por más éxitos que se agencien. Nada se repite realmente, será que somos demasiado nostálgicos.

De todas maneras falta mucho al menos para el votante, no así para la militancia. Falta como gran parte de un año en el que este gobierno seguirá destrozando el trabajo, fugando afuera lo acumulado y contrayendo deuda sin parar. Y todo con la excusa cierta del cheque en blanco temporal que da el voto. Es imprescindible rearmar la alianza social del 2011 o, mejor aún aunque más difícil, ampliarla comprendiendo las cosas que dijimos y enojaron, o fueron mal interpretadas, o lo que quieras, pero algo así de fuerte. Porque si no, será el turno de algún oportunista bendecido por la Embajada. ¿Habrá tiempo para probar tanto? Piense también en un nuevo período de los descarados liberales de ahora... Es posible, si logran convencer a todos de que el cuco seguimos siendo nosotros (y Cristina).

La unidad comienza en la provincia de Buenos Aires. Los compañeros están haciendo un enorme esfuerzo y es justo comenzar a reconocerlo. El Congreso de La Matanza de fin de año es un gesto, una idea que debe aún profundizarse y extenderse a todo el país. Será necesario poner todo lo construido (kirchnerismo peronista y no peronista incluido) en esa misma sintonía. Si es por las diferencias, sabemos que siempre las habrá y lo mejor es procesarlas a medida de que se va caminando. Nunca el laboratorio ha sido un buen lugar para llegar a la síntesis... 

Uno sabe que a algunos no peronistas les molesta la peronismodependencia... y bueno, quéselevaser, habría que organizar un movimiento de la san puta con base en los trabajadores y los humildes, con una doctrina nacional y liderazgos más que carismáticos, una vigencia que se mantuvo por setenta años y después ver. Suena a soberbia, pero a veces la historia lo es. 

Todos tenemos algo para aportar, algo que hacer, alguien con el que hablar y convencer (persuadir, cargosear, esas cosas) y mucho más en un año electoral, como le decía.

Es tan feo un país sin personalidad, con atorrantes jugando en un pelotero a que nos gobiernan, y mientras que los buitres nos coman el hígado una y otra vez como al griego ese que los dioses le tenían medio  como bronca. Es tan feo ver la patria sin mayúscula. 

Hace calor, comenzó el año. Alguno estará panza arriba en la arena y puede que lo merezca, que sea el descanso por un año de mierda. Otro andará peleando en la calle porque lo echan del laburo. Otros que nada. Pero mientras, hay que construir esa unidad que necesitamos para volver a tomar el camino que no debimos abandonar jamás, y continuar la construcción de ese país en serio del que nos hablaba el gran Lupín, mientras el Viejo lo animaba desde el cielo.

Felíz enero. Y viva Perón.