miércoles, 21 de diciembre de 2016

BLACK MIRROR (para mirarte mejor)





Que los negros esto o que los negros aquello. Que los negros. Es el gran problema nacional –de acá, pensando que la Nación es donde está uno, que no es uno sino estos unos- y quita el sueño. Porque hoy un negro te afana la moto, te salta la reja, te pueden robar hasta el perro. Es que el negro no trabaja, y si trabaja es un trabajo de mierda que lo hace rencoroso y malo. O es un planero y te quiero ver, se vuelve altanero. Te envidia porque no puede tener lo que tenés vos. 

- ¿Y cómo no la va a cagar si es un negro de mierda?... él y toda la familia, son negros y hacen cosas de negros (señora hablando a los gritos al celular en una vereda de Belgrano. Aclaramos: la señora pese a su tez marrón cobriza era descendiente de escandinavos).

- No quise tener hijos yo, porque soy consciente. Los negros se llenan de hijos, total cobran. Y te digo porque yo trabajo en el hospital de Lanús y a mi no me la cuentan, la veo. Es de no creer lo que hacen, de no creer… qué querés, son negros; las cosas que vi yo, las cosas, de lo peor (señora sin hijos por estricta justicia divina, hablando con otra en el subte llegando a Retiro).

- ¡Vayan a laburar, negros de mierda! (jóven medio en voz alta, animándose, en Av de Mayo ante el avance de una columna de trabajadores del neumático).

De la oscuridad cutánea podemos pasar –así, sin respirar y en el mismo párrafo- a países limítrofes que no son Chile (podría ser Chile si el comentario se hiciera en la Patagonia contigua). Cuántos votos tendría Trump acá, si se presentara. Todo les viene mal. Que se quedan con el trabajo de los argentinos porque trabajan por dos monedas y claro, el que lo dice estaba dispuesto a eso y justo le vino un arrastrado nacido en otro lado, putamadre. Que van a los colegios del Estado, están llenos de villeros y extranjeros (notables sinónimos) y nosotros los bancamos con nuestros impuestos (si no los evadimos a como de lugar, pero bué). Que llenan la universidad porque en su país tienen que pagar y acá todo es gratis. Y que les usan los hospitales, los bondis. Como cosmopolitas, no hay nada más insular que nuestros ciudadanos de a pie.

Están desatados. Es que ahora alguien les dijo que si se pude, que no es jodido ser racista ni xenófobo, que no está mal hablar del abuso de los derechos. Hasta se puede cuestionar el número de los Desaparecidos. El Proyecto nacional y popular se acabó, no está más, ya nadie nos apunta con el dedito retándonos porque seamos medio fachos. Ahora se puede ser fascista sin que venga del todo el fascismo. Y está bien. Juntos, podemos ser una basura de personas. Una bolsa de caca. 

Qué importa eso de que los argentinos descendemos de los barcos. Era sólo para negar al indio, no para rescatar al inmigrante. Pero es verdad, la mayoría de los puteadores vocacionales son descendientes de inmigrantes, sean inmigrantes europeos o inmigrantes latinoamericanos. Pero ellos no se ven así. La solidaridad es una especie de debilidad que no debe agarrarlos con la guardia baja. Siempre andan con pensamientos chiquitos que achican. Acusadores de sus propios males, no es extraño que voten a los que gritan “¡al ladrón!” para distraer, mientras la juntan en pala.

Uno a veces, ya con la cadena salida y en la mano, les dice “boludos” pero es injusto, porque hay algo de maldad en esa forma de ser boludo. Cuando el lenguaje discrimina es porque hay una previa en que seguramente se conjugan frustraciones de grueso calibre. Es cierto que no estamos acá para hacer ni recomendar terapias masivas, con ganar elecciones sería en principio suficiente. Pero hay que llamar la atención a la peculiaridad de estos vecinos –decir “compatriotas” implicaría dar por sentado que se tiene el concepto “patria” más o menos a mano-, su odio y rabia es mala. Hace mal y enferma al que la padece y a los que lo rodean. Rumian bilis, tuercen la boca, sueñan con mandar a cagar a alguien todos los días. Está mal, están mal.

Comparten con la Antropología el objeto de estudio. El “otro cultural” los desvela, pero ellos creen que el “otro” es eso que los puede y seguramente va a reemplazarlos, a despojarlos. Como si fueran a dejar de existir porque existen otros. 

Ahora, resulta que… vos sos un poco negro, también medio grasa… pero da igual,  porque el negro es el otro. Y en esto reside toda la plataforma de la derecha para los sectores subalternos. Fin, o plin, caja.

El que no encaja es el otro y nosotros vinimos con esa cara de arcángel a decirles "la patria es el otro". ¡Esta! No creen ni saben qué carajo es la patria y menos que sea el otro. Los insulta, los subleva. Quieren presidentes blancos, con familias blancas y perfectas como decía la otra boluda que está tan fuerte como turra. 

A veces uno piensa cómo es que esto no es peor, o cómo fue que llegamos a ser gobierno alguna vez... Le digo: por miedo señor, por miedo. Cuando las papas queman y todo se va a la mierda, hace falta un peronista. Usté dirá qué clase de peronista por lo del Carlos, pero se cumple, ahí también había miedo. Un peronista te salva, te da de comer, te cura y te educa. Después cuando estás medio recuperado, a la mierda el peronista. Salen a la calle con banderitas naif a vivar a un liberal cualquiera. El liberal siempre tiene otra oportunidad en nuestro triste país, así como que el peruca siempre es sospechoso de chorro. 

Uno diría que es gente de mierda. Si, lo es. Pero fíjese que no es toda la gente y hasta alguno tiene remedio (tal vez a la larga). Pero que jode, jode. Y no hay que poner cara de martir y repetir mantras con lo popular. No señor, el pueblo también se hace, se construye y se politiza. Nada nace de un repollo (salvo los niños).

Puede haber períodos en que una parte de la gente tenga estas patinadas, que se quieran parecer a los espejos que deforman y los muestran rubios, puros, blancos, con plata, exitosos, gastadores, reconocidos. Cuánto más suban en la fantasía de más alto se caerán, es cuestión de tiempo (y sufrimiento, que ponemos sobre todo nosotros). 

El tema con el que no se puede andar negociando es eso de volverse casi nazi, despreciativo con todo lo que suene a popular, discriminador, xenófobo. No se puede, no se debe, entender al odio como una opinión a respetar. Excluir no es otra manera de pensar, es comenzar a ser mala gente. Y la mala gente hace mal, reitero.

Una comunidad no puede basarse en valores que dejan afuera a otros, que resaltan la diferencia para establecer jerarquías y no para festejar lo diverso. Es el mejor camino al fracaso y no solo como condición humana, también en lo personal. Inconsciencia de clase, voracidad por el éxito solitario sobre los demás. Es miedo, solamente miedo inducido por fulanos que tienen todo para perder.

 Porque fíjese lo curioso de la situación... Uno no puede decir que estas cosas aparecieron ahora, tal vez estuvieron siempre, pero se manifiestan cuando se desarrolla un proceso popular, eso que la docta ignorancia nombra como "populismo", cuando se explicitan derechos y se resalta lo injusto para comenzar a remediarlo. Cuando se reconstruye algo que se había destruido; cuando se redime. Cuando se libera. El error es equiparar esos tiempos solamente con un mayor acceso al consumo -imprescindible para pasar a temas más densos, desde ya- y se deja de lado la escala de valores con los que se construye una comunidad organizada. Es ahí cuando el Poder reacciona, son sus giles y nosotros no se los vamos a sacar.

Habrá que retomar, o habrá que empezar de nuevo. Porfiadamente, siempre. No está en nosotros rendirnos ante la mediocridad de la derecha ni existe un lugar en el cual uno pueda desentenderse. 

Porque este es el tema con la Patria, no queremos ver la bandera flameando sobre sus ruinas. Ni ahora, ni nunca.



viernes, 16 de diciembre de 2016

TAXI DRIVER

Víspera del último fin de semana largo del año. Calor sin piedad (el verano llega finalmente) y paro total de todas las líneas de subte por la muerte de un operario de 24 años que estaba realizando tareas de mantenimiento en un equipo de aire acondicionado. El sindicato lo suma a otras muertes y lo atribuye a la falta de seguridad laboral. “La gente” ve paro de subtes y la putamadreconelcalorquehaceytodoloquetengoquehacer. Hileras de autos que van a casa para tomárselas rápido a la costa, porque en la Capital esas cosas se notan y mucho. Todo mal y mal humor desatado. Los porteños -no todos, pero muchos- pertenecen esa sufrida población que pasó varias guerras y su desgracia es interminable e incomparable con gente que la pasa no tan mal como en Aleppo, por ejemplo (aunque esos porteños pueden pensar que  Aleppo es una heladería).


En Belgrano –lugares en los que al gobierno liberal de la ciudad y del país les fue muy bien electoralmente- la construcción de las paradas de bondi llamadas “Metrobús” corta en dos la zona, con casi todas las calles laterales en obras varias y simultáneas. Pero bueno, hay que comprender también que es para mejor y no como con el anterior gobierno que era para robar y romperle las pelotas a la gente (los trenes nuevos por ejemplo, que iban más lentos porque encima estaban cambiando las vías).

Me tomo un tacho, total voy cerca. El sol cae a pique rebanando transeúntes. Maneja un señor grande, amable. En dos palabras descubrimos que ninguno de los dos votó a los gobiernos liberales y sí al otro; pero la charla sigue en los mismos carriles sin que nadie haga la gran”vamoosavooolveravoolveee… no da. Es un tipo común, reflexivo, tranqui y va desgranando reflexiones sin que se me ocurra interrumpir demasiado. Desde hace un año, me acostumbré mucho a escuchar…

- Fue por poco pero fue un gran error, la gente se equivocó. Ahora muchos se quieren morir, acá me lo dicen todos los días. Es que no quieren pensar, porque si no es fácil darse cuenta.

- Falta educación para saber elegir, se creyeron que cualquier cambio estaba bien.

- Mi caso por ejemplo, tengo una hija que se recibió de médica con un promedio de 9 y pico. Y yo pude trabajar, romperme el alma arriba del taxi doce horas, pero pude y ella no tuvo que preocuparse más que en estudiar. Y eso lo pude hacer con el gobierno anterior. Ahora no podría ni laburando el doble, si fuera posible. Esas son las cosas importantes que la gente quiere, tener la satisfacción de ponerse una meta y lograrlo, o que los hijos puedan cumplir con sus sueños. Es importante lo que la gente desea porque así se realiza como persona, y a este gobierno actual eso no le importa ni lo tiene en cuenta para nada.

- A mi me parece que el Proyecto estaba bien, había que continuarlo. Había cosas para cambiar, pero claro… A nosotros nos mató la soberbia y la corrupción. Eso pasó a primer plano porque le convenía a muchos y la gente compró. Una lástima, porque le repito el Proyecto estaba bien. Desarrollo, crecimiento del país, posibilidad de avanzar. Lo que no andaba se podía ir modificando con el tiempo.

- Con Scioli se podía seguir esto, hacer algunos cambios. Hubiera sido otro ritmo, pero había que seguir por ahí. Ahora vamos a empezar todo de nuevo, otra vez. Es una desgracia.

- Esta gente ya nos endeudó nuevamente. De eso no se sale así nomás, vamos a tardar décadas y eso si parara ya, pero no, siguen tomando deuda. La gente no se da cuenta de eso o cree que no pasa nada. Después cae sobre generaciones hasta que aparece un tipo como Kirchner y se hace cargo. Pero bueno, así es…

- Yo digo estas cosas cuando la persona me dice que está medio arrepentido, cuando se puede conversar. La verdad es que se mandaron una gran macana. Una lástima. Se arruinó la posibilidad de que el país avance, de que nosotros los que trabajamos avancemos.

Palabra más palabra menos, dijo esto. Qué contraste con la parva de tacheros que querían matar a cada transeúnte, a cada chorro, a cada pendejo insolente, tirarse encima de toda mina que pasara, qué tremendo contraste. Tal vez sea un tema de educación general en general y de educación cívica en particular.


Y para que no parezca una reflexión de maestra de edad avanzada, será -digo yo- que a veces la gente se pone hija de puta y se venga de toda la mierda que le cae y las toneladas que supone que le caen encima, votando a una cosa como Cambiemos. Como pegarse un corchazo a las dos de la tarde, con lo lindo que se estaba poniendo el día.

lunes, 12 de diciembre de 2016

LA CGT BRASIL



El 27 de junio de 1975 una multitud de más de cien mil trabajadores ocuparon nuevamente la Plaza de Mayo pero esta vez, para desafiar a su propio gobierno. Isabel Perón, con sus ministros de Economía, Celestino Rodrigo, y de Bienestar Social, José López Rega, habían desconocido las paritarias recientes y se inclinaban por mantener el severo plan de ajuste implementado. Tras la crisis los dos ministros se fueron. La presidenta lo haría menos de un año después pero por el golpe militar (con participación civil) más cruento y vendepatria de la historia argentina. El movimiento obrero organizado se eclipsó y sus instituciones y hombres fueron brutalmente perseguidos y aniquilados. El fuego cayó para casi todos, para la mayoría de ellos. 

Así y todo, los trabajadores lucharon a horas de producida la asonada militar. Con los principales sindicatos intervenidos y la actividad gremial suspendida hasta más ver, la conducción de hecho pasó a manos de dirigentes de gremios no intervenidos. La unidad sindical, que venía jaqueada desde aquellas jornadas del ’75, se deshizo y la CGT pasó a ser una sigla y un fantasma. 

De esos gremios no intervenidos (en su mayoría) nació en marzo de 1977 lo que se conoció como “Comisión Nacional de los 25”. Su primera mesa de conducción se integró con representantes de Aguas Gaseosas, Alimentación. Estatales, Telegrafistas, Conductores Navales, Camioneros, Telepostales, Papeleros, Ferroviarios, Gastronómicos, sectores de Luz y Fuerza, Mecánicos, Telefónicos y Viajantes. Era una formación heterogénea, y algunos de sus miembros fundadores –como Roberto García y Roberto Digón- la veían como los herederos de la Resistencia y la CGT de los Argentinos.

Por otro lado, setenta y un organizaciones agrupadas en la Comisión Nacional del Trabajo planteaban la necesidad de negociar con los militares para recuperar los gremios intervenidos y ser un canal ordenado para las demandas crecientes. Contaban con algunos pesos pesados como Luz y Fuerza (que tenía a su secretario Oscar Smith desaparecido), Ferroviarios y la Unión Obrera Metalúrgica (que no respondía casi a un Lorenzo Miguel preso). Los encabezaba el dirigente del Plástico, Jorge Triacca. Muchos gremios, entre ellos La Fraternidad, no se nucleaban con ninguno de estos y acompañaban o no cada postura de acuerdo con las circunstancias del momento.

Los 25 creyeron llegado el momento de la acción y lanzaron la Jornada Nacional de Protesta del 27 de abril de 1979; días antes casi todos sus promotores cayeron detenidos. La Jornada fue despareja pero políticamente el desafío al Régimen estaba planteado claramente. Se convocaba por diez puntos entre los que figuraban la restitución del poder adquisitivo del salario; la plena vigencia de la ley de Convenciones Colectivas de Trabajo; la normalización sindical y de las obras sociales; la expresa oposición a una futura ley de Asociaciones Profesionales y de Obras Sociales; las modificaciones de los aportes previsionales; la prescripción de la Ley de Prescindibilidad; la libertad de los detenidos y el esclarecimiento de la situación de sindicalistas desaparecidos; la defensa de la industria nacional y la corrección de la política arancelaria.

La difícil coyuntura económica de los ’80, tras el derrumbre del Plan Martínez de Hoz que generó una profunda crisis económica y el más brutal endeudamiento externo (hasta este momento…), convenció a los dirigentes de que era el momento de institucionalizar un poder opositor y que ese poder surgía de los sindicatos. Lorenzo Miguel, que fue liberado e inmovilizado en su casa de la calle Murguiondo, comenzó a mover las 62 Organizaciones en consonancia con el grupo “combativo” (una alianza que se dio muchas veces en el movimiento obrero).

Hacia fines de 1980 aumentaron los conflictos laborales y, por insistencia y constancia militante se potenció el avance de la lucha de los organismos de Derechos Humanos. Varias fábricas fueron tomadas (Deutz, La Catábrica, Sevel, Merex), y pudieron coordinarse comunidades y trabajadores como en el caso de Tafí Viejo, el ingenio Ñuñorco, por citar alguno.

Finalmente, el 12 de diciembre de 1980, volvió la CGT con Saúl Ubaldini (Cerveceros) como Secretario General y Fernando Donaires (Papeleros) como el Adjunto. Van algunos nombres… Lesio Romero (Carne) secretario de Hacienda; Alberto Cladera (Carga y Descarga) subsecretario de Hacienda; José Rodríguez (SMATA) secretario de Gremiales e Interior; Osvaldo Borda (Caucho) subsecretario de Gremiales e Interior; Ricardo Pérez (Camioneros) secretario de Prensa; Manuel Diz Rey (Viajantes) secretario de Acción Social; Roberto Digón (Tabaco) secretario de Relaciones Internacionales. Además, las vocalías: Luis Pécora (construcción); Pablo Monardes (Alimentación); Marcos Alvaresz (SUPE); Roberto García (Taxistas); César Loza (Portuarios), entre otros. 

Los había combativos, los había más negociadores, alguno encontrará también burócratas, pero todos tenían en claro que había que terminar con la Dictadura y volver al Estado de Derecho.

La nueva CGT en el llano se instaló en un viejo edificio alquilado de la calle Brasil (n° 1482; y de ahí el nombre con que se la conoció), que era usado por agrupaciones sindicales peronistas. Todo se improvisó allí, bajo la amenazante mirada de los Servicios apostados ostensiblemente en sus Falcon verdes parados en las esquinas. Así y pese a todo, se pudieron recrear las Regionales del Interior, haciendo punta en Córdoba que tenía historia propia y se plegó inmediatamente. 

A la CGT Brasil le faltaba casi todo: legalidad, fondos, un país en libertad para cumplir con el objetivo de una central sindical normal. No había un país normal, era un país ocupado por su propio Ejército y una camarilla de fulanos que representaban los intereses del capital financiero en su expresión más salvaje, la única que tiene. En esos días difíciles la CGT fue un lugar de lucha, pero también de refugio donde sentirse acompañado. Remitía a la Resistencia aún sin serlo; era una CGT en desgracia cuyo valor más importante era dotarnos de mística.Fue la primera central obrera que vio la luz sin la figura presente de Perón. 

Le faltaba todo y entonces, se dedicó a representar. Representar fue su verdadero poder.

lunes, 5 de diciembre de 2016

DE LA QUE NOS SALVARON...



Los medios repiten (y mucha gente multiplica, como era de prever) que las cosas no van bien, no cómo deberían ir, y hay que pensar que tomó casi un año “desactivar las bombas” que dejó el gobierno anterior. “Recibieron un país en llamas”, y listo. Así de sencillo y fácil de creer, será por eso que se cree fácil. Como habían hecho ya en la Ciudad de BA, la culpa de todo la tenía el gobierno anterior (el de Ibarra, que tiraron por la ventana montándose sobre los cadáveres de Cromagnon); ahora el sistema se amplifica a todo el país.

No hay dato cierto (ni mentiroso, es decir de sus propias usinas) que verifique tal caótica situación, más bien todo lo contrario a juzgar por los porcentajes que manejaron ante organismos internacionales para demostrar la bonanza real del país. Eso, el estúpido medio no lo registra a pesar de que se lo hacen en la cara. Y mucho menos, para decir como dicen sin vergüenza, que evitaron una catástrofe. Es genial: especulan, manipulan hasta la locura, te crean una crisis con la que ganan fortunas, te echan la culpa y encima te cuentan que lograron evitar que estuvieras mal (como estás).

La verdad es que recibieron un país en orden, con los números arriba y una envidiable situación social si pasamos revista a las generales de la ley en Argentina (que son las actuales) y a pesar de una crisis externa y de crecimiento interno que nadie negaba. Pese a todos los contratiempos –y van errores propios en la cuenta- la inflación estaba cediendo y había una recuperación económica notable en casi todos los niveles. Los problemas iban siempre por el mismo lado, cuando hablamos de un país que aún no se desarrolla como debiera y es dependiente de macroeconomías lideradas por el neoliberalismo.

No había una catástrofe en puerta, más bien una salida si se comenzaban a tomar medidas en defensa del consumo, el mercado interno, la industria nacional y la diversificación de mercados internacionales. Es decir, si se votaba a Scioli. Opciones políticas (y hasta ideológicas) había muchas –más allá de su desempeño en votos posibles- pero rumbos había solamente dos.

Vamos a cumplir el año de aquella crucial elección y tenemos los primeros resultados no achacables a la pretendida pesada herencia. La economía está para atrás, el mercado interno se derrumbó, la inflación es sensiblemente superior a la que tanto molestaba antes, importamos alimentos en lugar de exportarlos, la deuda externa crece a paso redoblado… y más. No hay estallido porque el gobierno anterior dejó un país que estaba bien y hay con qué resistir un rato más. Salvo los que estaban contenidos pero afuera de la economía formal, pobres pobres que les dicen, a esos no les sobra acolchado y por eso les van arrimando la Gendarmería.

Hay una minoría que se beneficia con el país delineado por el liberalismo. Son los que necesitan manejos monopólicos y/o hegemónicos en los mercados; ciudadanos del mundo que pese a haber nacido acá no reconocen patria y hacen negocios en cualquier lado en que la maximización de la ganancia pinta mejor; gente a la que la producción le chupa un huevo y sólo es un vehículo para juntarla en pala como cualquier otro; los que hablan del “costo argentino” para referirse al laburante. Y le viene fantástico a esa otra clase de fulanos que lobean para multinacionales, gestionan exenciones, privilegios fiscales o eximiciones de prisión y/o proceso electoral. Al grueso de los eventuales votantes el cambio es que no esté la “yegua” y su casta de seguidores, que se acabe el igualitarismo infartante que desdibuja el logro propio (si lo hubiere y si no, peor aún), que de una vez por todas se dejen de romper la pelotas con la demagogia de los derechos. Justo es decir que había otra minoría –uno quiere creer que son minoría- que simplemente obraban de piolín del globo. 

Los segundos y los terceros son los que quieren creer (y dejaron de creernos o nunca lo hicieron) y bancarán un rato más todavía, aunque el cielo de pueble de nubarrones. A qué subsuelo de la patria llegaremos lo dirá la pujanza de la estupidez y, en juego de contrarios, la integridad de los que no se comen estas cosas y van poniendo los límites al saqueo.

El año que viene es “año electoral”, el famoso de medio término, en que se definen cosas que van más allá de cargos y pajaronadas para adornar el libro de cívica que el boludaje tiene en el marote. Será el tiempo de la pincelada gruesa, esa que no admite detalle porque tiene que cubrir toda la superficie. Es decir, no va la mirada aguda del enojadito que la va de puro, como tampoco la lógica ladri del que todos los bondis lo dejan. Construir mayorías atrás de más o menos un proyecto político no es para cualquiera.

La memoria está bien, a veces hay que entender la nostalgia, pero lo que sigue tiene los contornos de otro tiempo al que la fabulosa plaza del 9 de diciembre aquel le queda un poco lejos (aunque sea un recuerdo imprescindible) y que necesita, imperiosamente, ir armando los números de mayorías que aún no están construidas, aunque tengamos todos los materiales desparramados por el terreno. 

Algo así.