lunes, 31 de octubre de 2016

PAN CON PAN



“Pan” es un prefijo que viene del griego y significa “todo”. Se ha usado mucho para componer palabras en ese sentido, y se puso de moda para referirse al peronismo. Si bien es cierto que también se utilizó para aludir a la diáspora radical, cuando se dice “panperonismo” pasa algo similar a ese otro término que nos tiran siempre por la cabeza: “populismo”. Son usos gorilas de los términos.

“Pan” en este caso abarcaría a todo aquel que reconoce su origen en el peronismo y está en cualquier lado (o en cualquiera). Por ejemplo, en el PRO. Lo distintivo sería la raíz peruca, fácilmente discernible si el fulano es rápido, chamuyero, rosquero, transador, y demás acciones derivadas de haber hecho un clic mágico que los volvió realistas, pragmáticos, responsables. Y eternamente se colgarán de la sigla en la que no revistan. 

Hay que decir “pan” porque el peronismo es un quilombo, como todos sabemos. División permanente, peleas por todo (seguramente por plata), posicionamientos políticos, oportunismo o vulgar traición… a este imaginario liberalote remite con la terminología. Para el que no quiere al peronismo o en épocas –como ésta- en que hay que demonizar al peronismo, el “panperonismo” vienen como anillo al dedo. Fíjese que sirve por izquierda también, en el que un pensativo fulano se pregunta con aires de suficiencia ¿cuántos partidos hay en el peronismo?, haciéndole un guiño para que usté piense que a los peronistas nos junta sólo el hambre por el poder pero pensamos cosas que son contradictorias (policlasismo, eterno pecado).

Vamos por partes: ¿está dividido el peronismo tras la derrota del año pasado? Al menos está confundido y a los tumbos, luego de semejante gancho que no lo volteó pero que le dio al otro la pelea por puntos. Hay  reagrupamientos, sobre todo de los que tienen responsabilidades de gobiernos locales, tienen que rearmar una relación una administración que es ajena, vaya que es ajena. Están también las broncas por el período anterior. Digámoslo de una vez y sin juicios de valor (que no los tenemos). Muchos quedaron calientes por una conducción –la de Cristina- muy fuerte, intensa, avasallante. Sienten que hubo hijos y entenados, y tal vez los hubo. A alguno le gusta que el escudito figure hasta en el papel higiénico, pero ya lo había dicho Néstor que a Perón no hay que recordarlo en los discursos sino todos los días cuando se gobierna.

Acá la única gran división fue en la provincia de Buenos Aires con el asunto del massismo, una verdadera cagada que habrá que solucionar si queremos volver a ganar. Pero habrá que solucionarlo en base a lo que fue la experiencia de gobierno peronista más larga de la historia, de la que el mismo Massa fue partícipe y enorme beneficiario. 

A otro le jodió seguramente la “transversalidad” y peló el peronómetro, como quién se manda un fallido y no se dan cuenta si no se lo señalan. Problemas de identidad… ¿quién sabe? El peronismo bajo sigla K entendió el frentismo tradicional del justicialismo ampliamente, relanzando la idea en el siglo veintiuno y más acorde con los peligros que nos acechan. Digo yo.

A muchos les urge la unidad de cualquier manera porque se piensa en las elecciones de medio término y está bien; pero hay que arreglar primero con la gente que terminó votando cualquier verdura después de doce años de buena vida, si comparamos con estos meses liberales. No es para una foto, se trata del peronismo que vendrá y con el legado que tiene y está aún fresquito. La agrupación “Ignoradores de Cristina” crece y decrece todos los días, quévasé.

En el radicalismo es cierto lo del “pan”. Es un partido -no un movimiento- que se hizo mierda y fue reboleado como una media. Uno diría que lo más parecido al alfonsinismo –esa versión moderna del yrigoyenismo- cabe en fulanos como Moreau y unos pocos otros, pero claro, están acá en el proyecto nacional; … y uno no conoce tanto de la política comiteril radicha como para arriesgar algo. Pero que el partido en manos de un tipo como Sanz o un canalla como Morales está en la lona, qué duda cabe… y encima con la infección Carrió y la democratura que le aporta Margarita. Flor de “pan”… me viene ahora que Partido Autonomista Nacional -el partido de Roca- también era PAN. Qué bajo han caído tras la siesta de De la Rúa mientras se asesinaba a la gente en la calle. Muchos radicales ya no volverán porque la nave nodriza explotó en el espacio.

Ahora con el peronismo, la historia es otra. Permanente recombinación, períodos de crisis que se mide en distancia o demasiada cercanía, pero resultados novedosos y veloces. Está ocurriendo en este momento. No voy a recurrir a la remanida humorada de los gatos que parecen pelearse y se están reproduciendo. Ojalá… Sería imposible pensar que la crisis de representación que alumbró con el siglo no nos toque aunque sea de refilón. Algo de eso transita la Provincia, un cansancio y para descansar se tomaron un vidal. En fin.

Las cosas suelen ser más complejas, para nada fáciles de sopesar o entender. La vitalidad del peronismo sigue intacta y se recicló desde el Bicentenario con la incorporación de una nueva camada de militantes que mayoritariamente se reconocen peronistas. El ejemplo de Néstor –que raya perfectamente en el heroísmo clásico de los movimientos populares- borró la imagen desesperante del peronismo liberalizado y claudicante de los noventa. El movimiento, con setenta años y un poquito de vida plena dista mucho de pasar a otra cosa y menos de desaparecer en el olvido.

Mal que les pese a los inventores del “pan”.



miércoles, 26 de octubre de 2016

LUPIN




"Me preguntaron cómo viví el 11 de marzo de 1973. Me tocó ser fiscal de mesa y recuerdo hasta hoy que había tanto miedo a la trampa y al fraude que la orden que teníamos era subirnos a los camiones que transportaban las urnas para cuidarlas hasta que se terminara de revisar el último voto. Era el 11 de marzo del 73,  una generación de argentinos nos incorporábamos a la vida democrática con la fuerza y el deseo de construir un nuevo país. Después nos tocó vivir tantas cosas, nos tocó pasar tantos dolores, nos tocó ver diezmada esa generación de argentinos que trabajaba por una Patria igualitaria, de inclusión, distinta, una Patria donde no sea un pecado pensar, una Patria con pluralidad y consenso como el que tenemos hoy aquí, que el hecho de pensar diferente no nos enfrenta sino por el contrario, nos ayuda a construir una Argentina distinta."


Escuchar a Perón en vivo desde la Plaza en las columnas de la JP. Soñar con algún día... 


Vivir todo lo que había que vivir en esos extraordinarios días en se hacía historia todo el tiempo, en que se aprendía geografía agarrando los internacionales de los diarios, cuando los cuadros políticos surgían militando y se hacía y se discutía y se hacía. Aún con cosas entendidas a medias o digeridas a medias también, haciendo palanca con las contradicciones para ir más rápido, más fuerte. Era porque la Patria estaba a la vuelta de la esquina y cruzando la calle la segunda y definitiva Independencia. ¿O no era así?


Y cuando lo bravo se puso imposible de raje al conocido Sur, el que supo albergar las raras utopías desde el mismo paisaje. Con un plan también imposible que sería meticulosamente cumplido desde la Básica hasta la Gobernación. Una historia más del peronismo del Interior (que es para Buenos Aires  el resto del país, sin discernir regiones ni puntos cardinales) y que nos llegó mucho más tarde.

Porque tras la dictadura, la democracia y otras desgracias que trae el voto tan pisado por las botas. El neoliberalismo nos fue haciendo cría debajo de las uñas, así casi sin darnos cuenta más allá de alguna molestia pasajera. Y el adormecimiento ese que te va tumbando y no te das cuenta de que se trata de la derrota.  


"Salen con lentes, con cara de serios, con corbata, queriendo mostrarse como si fueran grandes pensadores de la vida nacional. Qué razón tenía Jauretche en su libro 'Zonceras argentinas': creen que porque se juntan cinco, ponen cara de serios, se colocan anteojos, cara de pensadores y dicen hay que hacer con la Argentina esto y esto. Nosotros los conocemos porque lo vimos, nos dijeron durante toda la década del 90: tengan paciencia, esperen que el vaso va a derramar. Derramó en hambre, en exclusión, en olvido queridos amigos y amigas."


Nos esquilmaron (de nuevo), nos pasaron por arriba sin tanques, nos hicieron mierda pero bien mierda. A veces uno imagina otro bombardeo como el del '55 con los compañeros y la gente corriendo por la plaza, pero casi peor porque no son tres pasadas de aviones canallas, son pasada tras pasada tras pasada del sentido común de los que la juntan en pala siempre. A costa de uno, a costa de  la gilada que quedó sola y espera. Como cráteres que van quedando de un bombardeo fantasmal y efectivo, porque nadie cree que haya ocurrido, y sin  embargo... la gente queda viviendo en los charcos que se forman en los agujeros sin trabajo, sin vivienda, sin morfi, sin escuela, sin desayuno, sin futuro, sin presente. 


Los que sobran. Los que ya no van a tener un trabajo, los que no se van a levantar temprano, para los que el país ya no tenía dignidad que darles. Y bué. En la Capital se recuerda por el golpeteo zombi de martillos en la puerta magnifica del Bank of Boston (uno de los estafadores, no el único), las colas crispadas de los devuelvannosnuestrosahorros. Y más lejos el humo de las gomas ruteras, las ollas de guisos revueltos con un palo por  gente bajo un capote de plástico en la lluvia. Argentina pobre, miserable, afanada.


Los bancos se salvan, se sincera la economía, te rebajan el sueldo a un tercio, y se vuelve a la vida. Se llama ajuste, y sirve para salir del desbarajuste. Hasta parece que va a clarear y se arma un zafarrancho en el puente Pueyrredón. Dos  muertos más, sumados a la pila que había dejado el presidente que se fue a dormir la siesta. 


Ahí apareció Néstor. Así, llevado a los empujones de los que quisieron(quisimos) que la cosa no quedara en un ballotage entre Ménem y López Murphy. 22,5. Poco. Nuestro ground zero. Lo demás lo sabés porque lo viste. Lo viste a Néstor remar en dulce de leche en el club de regatas del desierto argentino. Ahora parece que nunca ocurrió. Qué pronto se olvida el infierno y al tipo que te contaba los peldaños que íbamos subiendo para salir, de a uno. Sobre todo porque no había muchos en los que confiar y menos aún a los que elegir. Había pasado cada cosa...


"Tenemos que dejar de sentir vergüenza de las cosas que defendemos, nos quieren hacer sentir a veces que son posturas que deben ser 'revisadas' en nombre de la supuesta racionalidad. ¿Qué es la racionalidad, amigos y amigas, compañeras y compañeros? ¿La racionalidad es bajar la cabeza, acordar cualquier cosa pactando disciplinada y educadamente con determinados intereses, y sumar desocupados, sumar y sumar argentinos que van quedando sin ninguna posibilidad? ¿O la racionalidad es trabajar con responsabilidad, seriedad, con fuerzas para abrir las puertas de la producción, del trabajo y del estudio para todos los argentinos? Yo quiero adherir a este tipo de racionalidad, es la única racionalidad viable que nosotros tenemos para poder realizarnos."


Se hizo como se pudo y se pudo mucho. Porque a medida que uno va viendo y creyendo, se pone siempre el horizonte más allá, se pide más de lo que se imaginaba cuando se había perdido la imaginación. No era un hombre providencial, claro que no. Era al único que teníamos cuando ya no tuvimos nada. 


"Tenemos que volver a reconstruir el espacio de los militantes, de los cuadros, tenemos que volver a valorar la política y no queremos que se repita la mecánica casi empresaria de la política que tiende a acordarse de los amigos y de los compañeros para utilizarlos en cuestiones electorales."

"No queremos ayudar a conjugar a que todo el mundo nos diga que sí, a tener tropas 'disciplinadas', como se estila. Queremos tener compañeros que piensen, que nos digan la verdad, que tengan capacidad transgresora, que ayuden a equivocarnos lo menos posible."


Algunas cosas quedaron para después, otras se pudieron. Con todo, es cierto eso de que "algún día tus hijos y los hijos de tus hijos te preguntarán por él". Porque vos lo viste, como yo y no vamos a olvidar nunca. Y también porque después vino Cristina.


La historia a veces se toma descansos, hasta de a ratos se cansa y la gente se va perdiendo por ahí. Qué se yo, no hay una línea que siempre avanza. No hay un plan. Está el pueblo, estamos nosotros y somos gente difícil...


Pero el tipo sigue, más allá de ese censo de mierda del 27 de octubre, sigue y sigue y sigue...


"Yo les quiero contar que no soy ni eufórico ni depresivo, pero que me siento optimista y con fuerza, me siento con absolutas ganas de avanzar y construir un país distinto. Yo sé que a mí por el voto de todos ustedes, por la voluntad del pueblo argentino me toca ir adelante. No tengan ninguna duda, lo dije el día que me tocó asumir, no vine a dejar las convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno ni vine a sentarme en un sillón para seguir estando por estar, para tratar de ser por ser o para tratar de hacer una presidencia de protocolo como les gusta a muchos. Les puedo asegurar que he venido a poner todo lo que tengo, con mis aciertos y mis errores, como todos los seres humanos; me vine a jugar con todos ustedes por un país distinto. ¡No me interesa durar 10 años de fracaso o cuatro y medio -como me tocan- de fracaso, prefiero vivir dos años, un año, dos horas o un minuto a pleno sabiendo que tengo que hacer lo que nuestro pueblo necesita y lo puedo hacer!" (Aplausos)


Aplaudí  salame, y  vení que nos abrazamos fuerte. Lo necesitamos tanto. La herencia es una bic negra, un saco cruzado, los mocasines, la mirada que no se sabe a quién mira y ese país en serio que nos quiso dar. 


Hay que buscarlo en el espejo, si la mirada se te levanta y una inexplicable confianza te envuelve. Cuando parece que todo está perdido, que todo se fue al carajo, cuando a pesar de todo... 


Así, como aquella vez. Y le vamos a decir que no dejamos las convicciones colgadas en la puerta de casa. Que quisimos ser como él.



*en negrita los párrafos elegidos de "11-03-2004 Palabras del Presidente Néstor Kirchner en el Encuentro de la Militancia", en Cuadernos de la Militancia, Ediciones Punto Crítico.




lunes, 17 de octubre de 2016

SETENTA Y UN DIECISIETES



¿Qué se desató ese 17 de octubre?... si es posible ponerle una fecha a los procesos. Pero resulta que en este caso si hay una fecha y es esa. Claro que todo había comenzado en setiembre del ’43 cuando el Coronel se hizo cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión; o había continuado si uno mira bien el largo viaje de la clase obrera argentina.

Se puede decir con toda seguridad y sin eufemismos que millones de argentinos sacaron el documento de identidad social y política, porque habían “nacido” a una vida muchas veces fantaseada pero nunca pensada como realidad, ni aún en las inflamadas utopías de la izquierda desde los veinte. Y ese documento que ahora acariciaban en sus manos no tenía el escudo nacional -como con el proceso “civilizatorio” del Ochenta- sino el escudo peronista.

Eran esos millones de argentinos bautizados en las aguas barrosas del Plata, del Paraná y otros ríos más interiores, y caminaban con la inseguridad y la fabulosa novedad de los recién llegados a un país que habían construido pero que no estaba pensado para ellos. Pero llegados por fin. No tenían esa miserable fe de los conversos que ensaya cada tanto el sector resentido de la “clase media” que se vuelve neoliberal ni bien la sacuden un poco y le ponen frente a sí la paridad cambiaria o el primer mundo de Miami. La fe de estos bautizados era de clase nueva que, como los extranjeros sindicalizados y luchadores que los precedieron, tenían la costumbre de la solidaridad y el don de buena gente (nuestra gente).

No entendían nada o muy poco del internacionalismo proletario, no sabían de la conciencia “en sí” y “para sí”, y lucían orgullosos en el pecho una enorme bandera argentina. Porque no eran ni yanquis ni marxistas, iban a ser peronistas. Aprendieron los palotes de la decencia trabajadora en las fábricas y talleres y sus hijos en las escuelas cuadradas con tejitas que Perón construyó en todos lados; estaban llamados progresar a manos llenas y rápido en el vendaval de Evita; se encolumnaban en la CGT que sería oficial y única; muchos se afiliarían a un Partido Laborista que se volvería Justicialista, él único que podían mirar con confianza. 

Pero también habían luchado y mucho para llegar hasta allí; y más lucharían. Aún con su propio gobierno -aunque no lo pensaban así- para que se cumpliera el primer Plan Quinquenal, es decir, para que Perón cumpla (era natural y sabido que Evita dignifica) y le haga cumplir a los patrones. 

No se trataba del difícil galimatías planteado por la izquierda institucional consistente en imponer un programa popular, que en la visión de esa izquierda sólo aparecían las limitaciones burguesas del peronismo y las veleidades personalistas del Líder (un antecedente del reaccionario concepto “populismo”). No eran los obreros europeos ni los rusos, ni tampoco un montón inocente de tarados. Veían que Perón estaba rodeado de enemigos, que la oligarquía estaba en retirada pero no muerta y que, entonces, su fuerza movilizada le permitía al mismo Perón cumplir y avanzar. No había contradicción. Esa es la famosa “década” peronista, ganada para siempre aunque se perdiera más de una vez.

¿Cómo habían llegado a ese punto? Con prepotencia, organización monolítica, audacia y una insoslayable “mala educación” porque los trabajadores no eran políticamente correctos. La humillación de las décadas anteriores pesaba una enormidad y les daba esas manos grandes abiertas para el compañero, pero también la mirada torva y de a ratos ladina; la picardía, como una clase de inteligencia primigenia que habría que desarrollar. 

Sería bueno pensar que los pueblos hacen la historia. En todo caso si no la hacen consciente y permanentemente, cuando participan –en las ocasiones que esto ocurre- con toda seguridad la cambian. Así se hizo el 17 de octubre cuando muchos se pusieron a llenar calles que nunca habían recorrido, ocupar una Plaza que había sido ajena. Encontrarse.

Y los fanáticos del pizarrón los ningunearon, los insultaron, los despreciaron. “Aluvión zoológico”, “turba de delincuentes y lúmpenes”, elija que hay de sobra tanto desde la derecha como desde la izquierda. Qué no se ha dicho del peronismo desde aquel día…

Puede dar para la efeméride, como si fuera una pequeña solicitada en Clarín. Puede dar para hurguetear en el sentido de la “lealtad” (ya que es el día) y andar buscando no leales sino traidores… y hay épocas más propicias que otras para tales búsquedas. O, para curarse en salud, se puede tomar el 17 de octubre para recuperar ese asombro, la maravilla de ocupar los lugares vedados, conquistar los derechos casi sin darse cuenta. 

Ponerse a caminar y construir el peronismo, que es hacerle un enorme favor a la Patria. Como el primer día.

viernes, 7 de octubre de 2016

1895 (PERON)



Un año importante para nosotros. 


Algunas cosas como para mencionar y darse una idea. Abre con el nacimiento de John Edgar Hoover, inventor del FBI y su director durante 48 años y 8 presidentes norteamericanos, el verdadero inventor del “carpetazo” (y/o amenaza del). Unos días después estalla el escándalo del “caso Dreyfus”, acusado falsamente de traición a su patria francesa a favor del tradicional enemigo alemán, un caso turbio que sacó a la luz el antisemitismo que campeaba en el ejército francés.


Nace otro fulano que va a dejar huella en América Latina, Raúl Haya de la Torre, compitiendo por el mote de “populismo” con que los saberes hegemónicos trataron siempre de demonizar a propuestas nacionalistas, anticolonialistas y anti imperialistas. Don Raúl nunca podrá ser presidente del Perú pese a haber ganado una vez las elecciones, ya que la guardia pretoriana militar se lo impedirá.


En marzo, los hermanos Lumiére presentan un corto de 57 segundos “La salida de los obreros de la fábrica Lumiére” y hacen cine, una actividad que muchos pensaron sería una moda pasajera.


Sigue al año. Nace el italiano Rodolfo Valentino, y también Augusto César Sandino en Nicaragua, cuya sombra aún nos cobija. Pero muere José Martí en combate contra el colonialismo español. La Cuba de Fidel cumplirá el programa del Martir, más que inscribirse cabalmente en el marxismo. 


También se muere Federico Engels en Londres, ese “Alfred” de Marx y al que se le debe la mitad del asunto, si de herencias ideológicas y dignidad se trata.


Descubren los “rayos X”; el sueco Nóbel se da cuenta que se mandó una cagada con lo de la dinamita y firma el fondo para los premios de él mismo. El mundo es el del imperialismo desarrollado, un colonialismo muy adulto y complejo en el que los países centrales no se definían ya por sus fronteras históricas (tan dúctiles) sino que comenzaron a contar en su haber sus “patios traseros” (que son verdaderas fábricas, plantaciones, reservas y depósitos ecológicos, galerías de seres humanos coleccionables para mano de obra sin fin).


Faltaban 19 años aún para que la “paz” europea se hiciera pelota, y con ella la confianza ciega en el progreso indefinido del capitalismo, del orden y del progreso. 


En Argentina se iban acomodando los melones tras la crisis económica y política del ’90. Sáenz Peña (el viejo) renunciaba y asumía su vice don José Evaristo Uriburu, con el exclusivo asesoramiento/tutela de Roca, Mitre y Pellegrini (el que verdaderamente dejó atrás la crisis). El viejo régimen oligárquico ya estaba haciendo agua y pronto algunos señoritos se irían dando cuenta de que había que cambiar algo para que no cambiara nada, o eso creían. 


Se realiza el Segundo Censo Nacional: la población de la república es de 3.956.060. El país contaba con 3.325 escuelas, 509 edificios de propiedad fiscal y 285.854 alumnos en todos los niveles. Se registraron 23.000 establecimientos industriales con un capital invertido que superaba los 500 millones de pesos oro y ocupaba a más de 167.000 operarios. Había más de 5.000 fábricas textiles y un repunte en el vino: 756 bodegas.


La metrópoli prosigue su expansión hacia el oeste, y la avenida de Mayo se convierte en la espina dorsal de su movimiento céntrico.


En medio de todo esto, el 8 de octubre nació Perón. 

El niño Perón anduvo en Lobos, el campo y la Patagonia, hasta que en 1911 ingresó en el Colegio Militar y dos años después era subteniente del arma de Infantería. El Ejército será la “familia” de Perón de allí en más. Pero, ¡qué familia! Un fuerza armada surgida de la supremacía de la Guardia Nacional de Buenos Aires portuaria que subordinó y terminó cooptando a las guardias armadas provinciales (junto con su autonomía, en un curioso proyecto nacional unitario que se llamó “federal”). Un Ejército que se recibió de “nacional” marchando contra el Paraguay de Solano López y también en la guerra interna contra la disidencia federal del Chacho Peñaloza y Felipe Varela. Una banda armada que sirvió para limpiar de indios la Patagonia primero (el Huinca Malón de Roca) y el nordeste más tarde.

Un Ejército, en definitiva, que fue el brazo armado de la oligarquía para contener a una clase obrera que surgía organizada por la izquierda en sus múltiples manifestaciones. ¿Cómo se habrá filtrado “la cuestión social” en los estudios liceístas del púber Perón? Está claro que el tema le preocupaba, y más le preocupaban las soluciones que sus camaradas habían ensayado entendiendo a la calle, las fábricas y los campos como un teatro de operaciones. Perón querría otra cosa, y en eso que quería se le fue la mano. Según como se mire, claro. 

A Perón le interesó la educación militar, pero no tanto la del “arte de la guerra”, sino las del arte de la política, de la diplomacia, del alto juego de las potencias y de algunas sospechas que iba teniendo. La pelea de las potencias por la hegemonía mundial, la posibilidad de nuevas guerras mundiales, el desarrollo económico y de infraestructura, los peligros para un país rico con pueblo pobre como el nuestro. Cosas que el joven oficial iba masticando y charlando con algunos. Desde los cuarteles siguió la experiencia radical y a ese personaje tremendamente popular que fue el Peludo Yrigoyen. Perón marchó junto a los cadetes del Colegio Militar en 1930 contra el viejo presidente, y años después se sintió un boludo. Se dio cuenta cómo la oligarquía manejaba a sus perros armados, y se debe haber hecho un par de promesas lanzadas hacia un futuro incierto pero posible. 

Los que mandaron siempre en el país, junto a la prensa seria, junto a la Iglesia tradicional, andaban siempre esperando una esperanza blanca corporizada en un militar católico que devolviera la Argentina al buen curso, de vuelta al mundo capitalista. ¿Y no estaba allí? Para el pensamiento integrista católico no, porque la democracia de masas (por qué no también la ley Sáenz Peña) traía esa maldición del “populismo”, la demagogia y toda esa mierda. Se referían al yrigoyenismo y su chusma. Alguno que otro veía el peligro comunista, pero no como también lo veía Perón como un avance de la Unión Soviética en tono imperial, sino como peligro contra la propiedad privada y los beneficios de ser “la élite” del país tercermundista. Ese alto oficial no pudo ser Uriburu (el otro, el del golpe) que estaba medio chapita con su proyecto corporativo; desde ya no podía serlo el general Justo por demasiado liberal y zorrito. Tendría que haber sido Perón. Pero no fue, sino que más bien operó como un dique de contención de la derecha en la Argentina (y mire cómo se lo digo). Destruyó el proyecto político de la derecha real y generó una alternativa que recogía la tradición popular nacional y la potenciaba en un proyecto político realizable.

El niño Perón seguramente jugaba con el viento, sin imaginar en lo más mínimo estas cosas y mucho más cerca de esa carta que le escribiría una montaña de tiempo después a Eva (que tardaría en nacer) planteándole irse al campo o a una casa en el Tigre a criar gallinas y perderse en el tiempo.

Y un buen día, al niño Perón lo ascendieron a Coronel. Estaba por comenzar otra historia (la nuestra).

Felíz cumpleaños, General.




* Los datos que se tiran en la nota, salen de: http://www.hechoshistoricos.es/html/eventos1895.html;
http://www.todo-argentina.net/historia/gen80/uriburu/1895.html;
y http://www.jdperon.gov.ar/material/biografiaperon.html