jueves, 30 de junio de 2016

PERON



A mi me tocó el tercer Perón.

La foto en la ventana de Gaspar Campos, esa de la mirada cansada pero aún con chispa, que no mira nada y ve todo. Yo se lo que veía, era un montón de gente, de compañeros que habían hecho del coqueto barrio de Vicente López un camping, un fogón al que arrimarse, un puesto de chori. Los impertinentes escalaban los techos de tejas de casas vecinas, invadían jardines laterales, eran el aluvión zoológico de los setentas llevándose puesta la tranquilidad de las calles y los árboles, de las veredas que no se veían y se pisaban de a muchos. Pero de a muchos. Estuve allí tres veces y en ninguna pude verlo, lástima. Salió en pijama, salió de entrecasa, saludó miles de veces a miles que lo saludaban. Pidió que lo dejaran dormir. Les dio los buenos días. El bombo tronaba hasta la noche, a veces se callaba y se hacía un silencio. Eran tantas las cosas. Algunas podía entenderlas, otras ni las imaginaba porque para eso había que ser más grande.

Yo creía que Perón era socialista, del socialismo nacional, algo así que tampoco sabía muy bien qué cosa vendría a ser. Leía un poco de todo e iba tejiendo balbuceos ideológicos. De pendejo vi el peronismo y después tuve -por suerte- toda una vida para saber de qué estábamos hablando. Son cosas que no se olvidan, digo esas en la casa de Perón. 

Uno tenía más la imagen de la casa de Puerta de Hierro, pocos días antes de la primera vuelta. Los caniches, los dirigentes, los muchachos de la JP. Las camperas de cuero, los peinados a la gomina o los rulos sueltos, los bigotes candado y los morrales de las chicas. Y todo eso lleva al segundo Perón, el de la Resistencia. Eso comenzó desde mismo el '55, y ahí lo tenés a Valle como símbolo pero hay otros, claro que hay muchos otros. En ese tiempo la Resistencia era de allí hasta el '73, con Montoneros como final y el luche y vuelve.

Leyendo un poco, la Resistencia se ubica para algunos entre el '56 y '59, una primera etapa, para retomar más con los gremios cuando Frondizi se hace el oso y te llevan puesto con el Plan Conintes. Después lo sabido, Onganía, el Cordobazo y todos los azos. Perón desde Madríd y los casettes, los crípticos comunicados y los delegados personales. Las ondas a derecha e izquierda del movimiento. Jodido conducir desde el exilio, jodido conducir. Y el Padre Eterno sobrevolando, sin fuerza real, general sin ejército pero con ejército, pueblo más bien. Pueblo sin ejército porque el ejército era de ocupación. Cómo se hace ese arte supremo de mantener a todos juntos cuando ya se están mirando con recelo y celosía, con proyectos cuanto menos encontrados. 

El segundo Perón es una especie de inmortalidad, sin descender todas las tardes a la tierra como para que algún desbocado faltase el respeto. Eso decía. Si hubiera muerto allá, vendría a ser un sanmartín que nunca volvió y siempre conspiró. Pero no, tenía que ser un Rosas, quévaser. Es peor ser un Rosas y más volviendo. Ni sanmartín ni rosas, Perón es Perón. 

Casi nada sabía del primer Perón. Quedaba tan lejos, imagínese ahora... Fotos, cosas que se contaban entre compañeros y entre contreras. Porque nadie podía evitar hablar de peronismo ni de Perón. Por eso lo del decreto, ¿no? Como decir, hoy el sol no sale porque está prohibido decir que salió. ¿Qué eran los cuarentas, los cincuentas para uno? nada. Todo, aún sin saber ni una décima parte. Paradojas del destino que me dedique a dar cursos y charlas sobre ese primer Perón. Hubiera debido ser mi propio alumno, porque en esa época no sabía nada. Imaginaba mucho, eso si. La ideología tiene mucho que ver con la imaginación, después de todo. 

El primer Perón era fundacional de la realidad efectiva y del mito. Estaba Evita. Existió una vez un país en el que Eva estaba viva, dios mío, casi imposible describir ese país. El que se había caído antes de que naciera, el que se me ocultó por un largo tiempo y el que surgió de abajo del parquet en un asado. Porque allí estaba, como el piso de tierra en el que habíamos edificado la casa. Los sesentas cuando yo era chico estaban hecho sobre la antigua ciudadela peronista. Y el envión duraba, por más que le pese a quien le pese. Era viento de cola y de atrás soplaba Perón. 

Mi tercer Perón me enojó mucho, es cierto. El estaba enojado, no le obedecían, no lo entendían(mos). No era mentira que estaba lleno de gorilas el gobierno popular, pero debimos tener un poco más de respeto se me ocurre. No era cualquiera, no era un político de mierda como todos los demás. En fin, uno creía que el socialismo nacional estaba ahí a la vuelta. Y no. El sabía que no, aparte de que creía en el justicialismo nacional. El sabía que no y que los de afuera y los de adentro se confabulaban para mandar todo al mismísimo carajo. 

Un día al General se le pasó el enojo y convocó. Frío, hacía frío. Siempre se recuerda lo de la más maravillosa música, pero no era lo más importante. Habló de los enemigos de adentro, reafirmó todo eso que uno quería y esperaba escuchar desde hacía mucho. Sacó fuerza de la nada y salió al balcón. Un acto de fe. Su acto de fe. Después la lluvia que lo agarró en Paraguay. Y después...

Yo estaba mal con el tercer Perón como estuve muchas veces mal con mi viejo. Pero con este Padre no tuve tiempo de arreglar, con el otro por suerte si. Perón nos dejó huérfanos y me encontré corriendo atrás del féretro bajo la lluvia cuando salía de la Quinta. Volví a casa llorando, y no sabía bien por qué. En Villate y Maipú cuatro viejas estaban arrodilladas con velas y una foto de Perón. Rezaban y lloraban. Ahí me di cuenta de que había perdido algo que nunca más iba a encontrar. Lloré más porque sabía por qué. 

Después, bueno todo lo que sabemos. Fue un largo camino hasta llegar al punto de partida de nuevo. Al peronismo. Y ese es mi cuarto Perón, el que aprendí. El que enseño cuando puedo. El que se construyó con el tiempo en dictadura, en democracia vigilada, en democracia de entrega y en democracia completa. Todos los caminos me condujeron a Perón, como a muchos que no habíamos nacido peronistas. 

Y entonces uno repasa y le termina dando la razón al tercer Perón del Proyecto Nacional, de la reconstrucción, el que dejó un país con los convenios colectivos de trabajo más ventajosos de la historia. El que pudo superar el fistyfisty. 

Es difícil lidiar con un padre. El personal, al que uno quiere enormemente y no se lo dijo tanto. El que era General y no pude ver en Gaspar Campos. Con ambos uno tuvo una relación personalísima tras la muerte, cuando te quedás solo y vas construyendo el personaje con los que quedan. Y decís como siempre se reconoce "el viejo en algunas cosas tenía razón". En las importantes, tenía razón. 

A Perón no hay que nombrarlo todos los días en un acto, hay que reconocerlo cuando se gobierna. Algo así le escuché decir a Néstor cuando ya era presidente electo. En los doce años del gobierno peronista del kirchnerismo se reactualizó y se nos apareció muchas veces Perón. 

Podría terminar con un Viva Perón y quedaría bien. Pero no, porque Perón vive, qué duda cabe. Qué vivamos los compañeros, que viva la Patria. O que la bandera flamee sobre sus ruinas.

martes, 14 de junio de 2016

QUE COMAN TORTA



La Señora mira de frente; su vestido veraniego de faldas largas y el sombrero parasol dicen cosas sobre quién es. Mira pero distraída, ya que estar distraída es parte de la condición. Se dibuja en el pasillo de columnas de la Rambla "francesa"; y unos pocos pasos más adelante, apenas, empujando el cochecito carroza al borde de unos breves escalones de piedra, está la sirvienta que mira fijo al objetivo de la cámara, tan fijo que los ojos atraviesan la gigantografía hasta calar los huesos. La cofia, el uniforme “de verano” blanco virado al sepia, la morenidad y el pelo recogido en el que se adivina un azabache escondido. El delantal de pasear y atender, una marca. Tal vez mira absorta el artefacto sobre el trípode y el señor de levita que la captura en esa rareza de la fotografía. La foto está expuesta en el vestíbulo del palacete Ortíz Basualdo o Museo Castagnino en Mar del Plata, se la puede ver. 

La "distraedad" fue la virtud que escondía miradas feroces detrás de ojos cándidos o plácidos; y se hizo educación cívica ya que nos fue legada y derramó -así se cumplió cabalmente la teoría del derrame- sobre los espíritus comunes. Estar distraído mientras se mueven alrededor los oscuros personajes que montan la escena. Un impertinente puede llamarlo "clasismo".

Desde las ganancias que daba el hollín en los pulmones de los trabajadores ingleses -o de cualquier lugar- el liberalismo ha sido siempre igual a si mismo. Sólo la cultura lo diferencia por épocas en la aterradora historia del capitalismo. La hegemonía de la cultura hace que un fulano de a pie se dispare en el pie, que es como suelen ocurrir las desgracias. 

Nunca puede uno repetirlo lo suficiente, pero es mucho más el tiempo en que han gobernado liberales, conservadores -que acá vienen a ser dos cualidades del mismo sujeto, y no como en Uropa-, gente de derechas. El Estado Nacional, la Constitución, la mar en coche. ¿Vió? todo eso mezcladito como para que pase por La Historia. Los emigrados unitarios que venían con las fragatas francoinglesas a tomar su propio país. Pero el criminal, sabemos, fue Rosas. Un ignorado dorrego llamado General Valle que se entrega todos los años sin tener feriado, ni placa que dure entera en la penitenciaría invisible de Las Heras. La vida patas para arriba. Algo así.

Como ahora. 

El esperanzado espera, es su tarea, da tiempo. Se le dijo hasta el hartazgo que iba a pasar lo que pasa, pero... no (nos) creyó. Y ahí está esperando dios sabe cuánto, porque no puede ser que le hayan mentido. No puede ser. Pero lo feo es cuando no mienten: el comienzo de un tarifazo se pagaba con dos pizzas; vivimos en una fantasía que nos llevó a creer que podíamos viajar al exterior, consumir, tener. Eso, lo dicen de verdad. Uno que es resentido piensa que es desprecio. Otro dirá revancha. Hay los que buscan antecedentes en la Historia y los encuentran, aunque nada es lo mismo de lo que fue como eso de que nadie se baña en un río dos veces (ni siquiera una, como decía el compañero Heráclito).

Hay desprecio de clase, aunque sean todos unos recienllegados de una burguesía sin prosapia. Aunque se hayan parado con la Dictadura, martirizado a Don Raúl y ascendido finalmente con Cálos. Ninporta. Tienen la miradita de arriba del hombro, la insidia del self made man (a costa de other men). Tuercen la boca para parlotear sobre el populismo (nosotros) y las iniquidades de la distribución. Parece que se te cagan de risa mientras desprecian. Y es verdad.

Han dicho, alguno de los copetudos funcionarios ha dicho que la cosa iba a cambiar cuando la izquierda aprendiera macroeconomía y la derecha tuviera corazón... Apuesta a que la primera no se dio (por supuesto) y la segunda, bueno, la segunda vendrían a ser ellos. Y convencieron, al menos por un rato. Ocurre que el peronismo (la única izquierda que ha gobernado y peleado por mi querida Patria) hace rato que aprendió macroeconomía, macropolítica, macrorelacionesexteriores; y estos señoritos apenas macri. En fin. 

Aconsejo vivir la vida lo mejor que se pueda… Guarda con comenzar a revistar en la agrupación "Cardiópatas peronistas" de tanto tragar saliba y mierda. A pesar de todo, a uno no le deben afanar la alegría. Para sonreír usté ni yo necesitamos a un pelotudo que nos de un curso, con saber que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza y que las pautas programáticas se resumen en que la Patria sea grande y el Pueblo felíz nos ha bastado en los últimos setenta años. 

Entre elegir soberbias me quedo con la de la Mina que sabía mucho, hablaba de todo, levantaba el dedo y te contaba de yapa lo que andaba haciendo nuestro gobierno, esas cosas ficticias que vivimos durante el largo sueño de doce años. Prefiero esa y no la soberbia de los poderosos que ahora se compraron un corazón y que te quieren de cómplice. Porque como dicen que dijo Lincoln (el de las galletitas) se puede mentir a mucha gente durante mucho tiempo, pero no se puede mentir a toda la gente todo el tiempo. 

Le termino con una más atravesada... Se había armado la podrida en París y el quilombo llegaba a Versalles. Una noche de velada paqueta, la reina María Antonieta le preguntó a un quía a qué se debían las protestas. “Es el pueblo”, contestó, “se les acabó el pan”. La austríaca giró la cabeza y lo miró casi divertida. Con una media sonrisa le dijo "Que coman torta". De esto se trata lo que le venía diciendo.

Y un aparte. Si en algún momento siente que se le cae el ánimo, porque pasa cuando todo lo que pasa está pasando, piense en cosas bellas. Piense en Evita, piense en las Viejas. Tome aire, tome coraje, tómese un ferné. Nos vemos, que siempre que llovió, paró.