viernes, 30 de octubre de 2015

EL NOMBRE DEL FUTURO



De las contiendas bélicas más terribles, la peor a la larga es la guerra de las palabras. Las que se lanzan como consignas de lucha, las que dan vueltas y vueltas en el aire, las que cambian de contenido, las resignificadas y las banalizadas. Las que entran por la puerta que no corresponde y engañan, las tremendamente efectivas que lanzan a muchos por el pasillo del corral cuando debieran haberlos guiado a encontrar la salida del matadero.

“Cambio” es una de esas palabras. Es la bandera que blande la oposición política (y económica) para cercar al Frente para la Victoria en estas cruciales elecciones de 2015. ¿En qué momento y cómo “cambio” va en nuestra contra? Consideremos que, en doce años, lo establecido venimos a ser nosotros y nuestros gobiernos. 

Hablamos de “conservar” lo logrado, lo mucho que se ha logrado en estos años difíciles en lucha constante con enormes poderes que no siempre muestran su rostro o que, peor aún, mutan continuamente de máscara. Pero nos quedamos con la palabra “continuidad”. Con lo que se vincula como contrario a todo cambio. 

En nuestra historia nacional, se verifican solamente dos grandes cambios revolucionarios. Una es la revolución de Mayo y la guerra por la Independencia que la acompañó (en una región mucho más vasta que las fronteras del Estado-nación llamado Argentina, en una gran Patria que se extiende desde el área Caribe hasta el sur sur patagónico). La otra, la revolución Justicialista que lideró Perón. Las demás mal llamadas “revoluciones” fueron golpes de Estado cívico-militares. Si vamos a hablar de grandes cambios, tenemos esos nomás. 

Entonces, hablar de “cambio” es una cuestión de real importancia como para regalársela a un adversario y mucho menos a verdaderos traidores a la Patria, que alimentan a ese adversario político. No hablo de votantes, sino de formaciones políticas (los votantes como colectivo no son antipatriotas, jamás). En el pasado, dejamos o no pudimos evitar que la derecha más recalcitrante se quedara con grandes palabras como “Nación”, “celeste y blanca”, “Fuerzas Armadas de la Nación”, “nacionalismo”, y otras por el estilo. 

Ahora resulta que “cambio” significa: basta de planes y de vagos, basta de corrupción, basta de soberbia, basta de impuestos, basta de cepo, basta de inflación, basta de inseguridad, basta de narcotráfico. Y eso que suscita los “basta” vienen a ser las características de nuestros gobiernos. Mucha gente lo cree, la verdad es que casi la mitad de la gente lo cree. Me pregunto qué grado de parentesco tienen los “basta” con “estilo de vida occidental y cristiano”, “matrimonios contra natura”, “libertad de empresa”, “mercado libre”, “Estado mínimo”, “mano dura” y por qué no “subversión”. Seguramente a la mayoría de los votantes que no nos votan, les parecería absurdo ser metidos en esta segunda bolsa junto a estas tremendas palabras. Pero hay filiación entre una cosa y la otra. 

La palabra “cambio” en boca de Cambiemos es el nombre del pasado. De una Argentina dilapidada a la que le habían cortado las piernas. Es imposible volver al 2001, no asustemos más con eso que la historia no va para atrás ni se repite. El futuro puede ser peor que la evocación de las corridas bancarias, el corralito, los piquetes, los desocupados, la clase media haciendo velas y tortas para cambiarlas en el club del trueque. Puede ser peor. Si queremos argumentar pesado, vayamos con eso porque el Cuco existe y salió de abajo de la cama. 

No tenemos ninguna contradicción con otro trabajador, con un vecino, con un familiar, con un amigo que votó a otros. Nuestra pelea es con gente de mucho más cuidado.

Nosotros no podemos entregar el “cambio”. Nosotros somos ese cambio, somos el contenido de la palabra. No sólo por procedencia histórica (que la tenemos), casi ni es necesario remontarse a los gobiernos de Perón ni a la Resistencia. Hay que irse a doce años para acá. 

“Concluye en la Argentina una forma de hacer política y un modo de cuestionar al Estado. Colapsó el ciclo de anuncios grandilocuentes, grandes planes seguidos de la frustración por la ausencia de resultados y sus consecuencias: la desilusión constante, la desesperanza permanente.”
“En esta nueva lógica, que no sólo es funcional sino también conceptual, la gestión se construye día a día en el trabajo diario, en la acción cotidiana que nos permitirá ir mensurando los niveles de avance. Un gobierno no debe distinguirse por los discursos de sus funcionarios, sino por las acciones de sus equipos.”
“Deben encararse los cambios con decisión y coraje, avanzando sin pausas pero sin depositar la confianza en jugadas mágicas o salvadoras ni en genialidades aisladas. Se trata de cambiar, no de destruir; se trata de sumar cambios, no de dividir. Cambiar importa aprovechar las diversidades sin anularlas.”
“Se necesitará mucho trabajo y esfuerzo plural, diverso y transversal a los alineamientos partidarios. Hay que reconciliar a la política, a las instituciones y al Gobierno con la sociedad.”
“Por eso, nadie piense que las cosas cambiarán de un día para el otro sólo porque se declamen. Un cambio que pueda consolidarse necesitará de la sumatoria de hechos cotidianos que en su persistencia derroten cualquier inmovilismo y un compromiso activo de la sociedad en ese cambio.”
“Ningún dirigente, ningún gobernante, por más capaz que sea, puede cambiar las cosas si no hay una ciudadanía dispuesta a participar activamente de ese cambio…”

Lo dijo Néstor Kirchner en su largo discurso de asunción de mando el 25 de mayo de 2003. Cuando nos habló de un país normal con toda la gente adentro. 

Porque… “Cambio es el nombre del futuro”.


martes, 27 de octubre de 2015

LO POSIBLE

Es posible. Lo primero que hay que hacer es separar el deseo de las certezas y reconocer a cada cosa por separado, algo así como guiarse por el principio de realidad. Uno no tiene toda la información, apenas alguna experiencia y conocimiento como para pensar un rato. Las pretensiones de hacer sociología política amateur en base a esos dos atributos, siempre rayan lo berreta.

Algunos creen que los aparatos explican toda la política. El poder de los aparatos, los partidos-maquinaria electoral, la rosca. En esos planteos la gente suele pasar desapercibida, o es sólo ese aditamento que da lustre a la picardía de los dirigentes. Esto puede ser postulado a derecha o a izquierda, explica el voto-ganado y también el fuego-amigo. Hay que tener cuidado con estas cosas, porque por ahí suele colarse el gorilismo.

Uno no niega la pertinencia política de los aparatos partidarios, sólo matiza su peso e influencia en una sociedad (toda la sociedad), que va llevando una experiencia democrática de más de tres décadas sin interrupción.

Y con la democracia vino también una derecha que se metió en el sistema constitucional y aprendió a usar las herramientas que tenía a mano. Saben militar, saben llegar a la gente, saben esas cosas que antes eran patrimonio de los partidos populares y la izquierda. No todo es boludeo y globos, hay contacto real con gente real. Hay que tenerlo en cuenta a la hora de reflexionar lo que va pasando elección tras elección porque no estamos solos, los otros también juegan.

Ahora no es tiempo de analizar. Ahora hay que actuar para que lo complicado se traduzca en algo posible. Estamos en un momento complicado, qué duda cabe. Es posible aún que Scioli sea el próximo presidente, también. El Frente para la Victoria ganó las PASO y las elecciones del domingo 25 de octubre. El problema son los márgenes, el humor social y la derrota difícil de digerir en la provincia de Buenos Aires. Para después queda, insisto, el análisis más fino. Todos sabemos que cuando las papas queman, los pases de factura son de un online en tiempo real y destemplado. Razones habrá, lo que no hay es la oportunidad. Ahora no, chicos.

El candidato no es el Proyecto, es Scioli. Si encarna más o menos el famoso Proyecto es otra cuestión. Pero nuestro candidato es Scioli. El presidente que queremos se llama Daniel (Scioli). Y el que no acuerda con esto que es tan sencillo, puede votar a Macri, en blanco o irse de vacaciones (sugiero las playas que terminan con “…de la Lora”). No hay tutía, no hay neutrales.

La discusión –que es preciso aplazar por ahora- es sobre el peronismo, el kirchnerismo, el progresismo y este Proyecto político que comenzó en 2003 y que todos los que estuvimos y estamos hemos apoyado y apoyamos. Claro que hay que hablar de eso y seguramente, haya que separar paja de trigo o, para no ser peyorativo, dejar que las identidades busquen su lugar en el mundo. De los oportunistas –que siempre acompañan en primer o segundo plano- para qué hablar, el tiempo suele encargarse de ellos.

Es posible y sentirlo es un acto de fe. La irracionalidad suele ser una buena compañera de la conciencia y es imprescindible en momentos como estos. Si todo pasara por la ciega razón, la occidental y prolija razón, hubieran sido imposibles muchos de los buenos momentos que tuvimos en estos doce años (también los malos, que fueron menos, pero también).

Sólo esto. Lo demás es lo que los pueblos hacen con su historia, la hacen la deshacen. Después de todo son sus dueños.


Es posible. 

viernes, 16 de octubre de 2015

LEALTAD (algo sobre la)

En el nombre de la lealtad a veces se ha levantado la traición… es cierto. El cacareo por la lealtad suele ser sospechoso; algunos piensan que es un indicador claro de traición en un futuro inmediato. La experiencia personal es la que podría continuar con la especulación, por mi parte me voy al tema que me traía.


¿Por qué el 17 de Octubre es el “Día de la Lealtad”?, de la lealtad peronista, para ser más claro. Todos sabemos lo que pasó ese día en 1945, o más o menos.
Una descomunal movilización y manifestación popular pidió la libertad del Coronel Perón. Una gran demostración obrera rescató a Perón. Nació el Peronismo. Se hicieron famosas expresiones tales como “el aluvión zoológico”, “las patas en la fuente”, y cantitos del tenor de “sin corpiño y sin calzón, somos todas de Perón”. Resonó en la Plaza el contundente: ¡Queremos a Perón!

Esos fueron los hechos y los principios de los relatos que los designaron. De allí el tema de la Lealtad, con mayúscula; la demostración de una vez y para siempre de que el pueblo (y de esa manera nacía el “pueblo peronista”) salía a bancar a su líder, al que reconocía como su benefactor, su salvador, el que había hecho realidad viejas consignas y reivindicaciones de los trabajadores y los humildes. Lo que acabo de decir está plagado de conceptos que tienen una dirección entre las muchas posibles. Vamos a elegir una entonces.

¿Había planificado Perón el nacimiento del peronismo? Imagino que no y menos en esa fecha, pero seguramente había pensado capitalizar políticamente toda la acción de gobierno que había desplegado desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. Además, sabía que los tiempos lo corrían. De alguna manera los “revolucionarios del 4 de junio” (de 1943) se verían forzados a convocar a comicios generales. La presión de la opinión pública “decente” -encabezada por los radicales- para que los militares entregaran el poder a la Suprema Corte de Justicia crecía. La detención de Perón fue quizás una de esas torpezas profundas que la oligarquía no (se)debe perdonar al grupito de milicos liberales y nacionalistas que veían en el Coronel una amenaza de desborde popular. Porque la detención de Perón disparó todo.

La clase obrera organizada en la CGT (dirigida por socialistas y comunistas y sus variantes que son más que interesantes, pero nos llevarían esta pequeña nota por delante) había cambiado y madurado mucho. No era el mismo movimiento obrero al que apelaban los anarquistas desde ya, pero tampoco  era la imagen que las fuerzas de izquierda tenían del proletariado argentino. Diez años atrás, las cosas habían sido distintas. Al auge de la industrialización conservadora que comenzó con el siglo, se acentuó en los veintes y aún más en los treintas, se sumaron las grandes migraciones del interior del país que fueron confluyendo en la Capital y Rosario (no únicamente, pero si con el peso del número). Eran sobre todo del interior, no ya inmigrantes extranjeros (que estaban a esta altura avanzados en el  proceso de asimilación) y no tenían representación política, solamente sindical y a penas.

La izquierda, debilitada por la represión (desde poco antes del Centenario y de manera brutalmente sistemática) y por sus propias limitaciones -anteojeras ideológicas que la discapacitaban para liderar políticamente a la masa obrera- había llegado a su techo. No era poco lo que habían recorrido, habían sido buenas Direcciones que supieron llevar a la clase por un camino lleno de peligros y trampas. Tienen todo el mérito y debe siempre ser reconocido.

Pero no alcanzaba. La representación política estaba vacante, la cuestión del poder estaba sin Dirección. Perón fue eso;  no sólo para la clase obrera sino también para los “humildes”, …y aquí vale la pena detenerse un párrafo.

Así como “los trabajadores” no es sinónimo de “clase obrera”, dado que indica no solamente un concepto más amplio sino también otra mirada, en el mismo sentido “los humildes” no quiere decir “pueblo” o “sectores populares”. “Los humildes” designa a la masa de desheredados, madres solteras, viejos y viejas solos, accidentados e inutilizados para el trabajo, enfermos sin protección, menores huérfanos, analfabetos, peones rurales esclavizados, desamparados de todo. A ellos se dedicó entera Evita, y completó la fórmula social del peronismo.

¿Fue el plan de Perón que el movimiento político que nacía el 17 de octubre tuviera estas características? Me animo a decir que no, de ninguna manera; aunque tampoco lo contrario, es importante decir. El Coronel Perón avizoró su misión política o la imaginó bastante antes de la semana en la que anduvo de aquí para allá y sin saber si iba a salir vivo. Antes de escribirle a Eva esa cartita naif en la que le proponía irse a vivir lejos, criar gallinas y simplemente amarse, Perón vislumbró un futuro político. Intuyo que –y esto que sigue si es suposición- liberado de la prisión y de los compromisos que lo ataban a sus pares del golpe del ’43, liberado repito de la manera en que lo fue con un baño inmenso de masas, el plan que se fue armando en su cabeza tenía un perfil netamente político. Es decir, arrastrar a la masa de radicales populares (el yrigoyenismo que resistía aún en el partido de Alem) y toda la estructura posible, arrastrar a los socialistas ya que los planteamientos de desarrollo social eran convergentes, unificar a las fuerzas populares en un nuevo movimiento histórico y neutralizar a los conservadores (quizás, hasta lograr el pase de muchos que se consideraban conservadores populares). Así, los militares más reaccionarios y la oligarquía (o sea, los que lo habían metido en cana) quedarían paralizados e inermes. La iglesia Católica también podría militar de su lado y esto era muy posible dada la identificación que ambos tenían en cuestiones de doctrina social.

Nada de eso estaba en las calles en la noche del 16 al 17 de octubre. Salieron los oscuros, los sin nombre conocido, los que no habían pisado el Centro. Salieron de Berisso y Ensenada, levantaron los cordones del conurbano, cruzaron el Riachuelo. Vinieron también las obreras, las costureras, las que a su vez eran hijas, madres, hermanas, concubinas y novias de trabajadores. Los trajeron delegados de fábrica, compañeros de barrio, dirigentes de sindicatos, vecinos, y muchos se plegaron cuando vieron a los otros ir. Cruzaron el barrio cantando, caminaron por calles de tierra y después probaron el asfalto, se subieron a camiones, escalaron tranvías. Pasaron por arriba de la historia sin preguntar y sin permiso. Se vieron juntos, muchos, y les debe haber gustado. Estaban haciendo algo que estaba bien. La prisión del Coronel era injusta, la posibilidad, la certeza de perder lo que se había logrado era cierta. Lo decían los patrones, ya no era una amenaza, lo comenzaban a hacer. El horario, los turnos, el aguinaldo, las vacaciones pagas, la salud, hasta lo que tenía que contener el botiquín en la fábrica, el derecho a tener una organización sindical. Todo estaba por terminar así, de la noche a la mañana. Entonces había que actuar, de la noche a la mañana.

El 17 el sol los encontró a cuadras de la Plaza. Jamás habían visto tal cosa, tal vez en una revista, la foto de un diario, pero andar por ahí… No. Los carteles que llevaban obraron de diccionario, de correo para mandarse mensajes y aprender a leerse. Allí estaban finalmente después de tanto, y no se iban a ir.

Ya sabemos que querían a Perón.

Salieron a encontrarlo el mismo día que lo rescataban. Esto es lo que realmente ocurrió más allá de los planes, las estrategias, más allá de todos nuestros relatos y libros. Nuestra clase obrera quiso fundirse en los sectores populares y con los humildes, que eran su retaguardia malherida. Se cargaron a Marx y al partido de clase, sin querer y sin macartismo. No perdieron la identidad de clase pero la hundieron en el peronismo que ese día, el 17, crearon cuando el Coronel salió al balcón y pasadas las once de la noche, alzó los brazos y les ratificó que no estaban equivocados. Compañeros.

Había pasado el día más largo de todos, el más bello de los que habría porque nada se le pudo comparar. Nada sabían muchos de política y tal vez, nunca supieron después, pero volvieron distintos. Al sentimiento lo habían hecho política y la política del país burgués fue alcanzada. Se la apropiaron sin violencia, sin violación. De madrugada se la llevaron de vuelta a los barrios a vivir con ellos.

Yo no sé si alguno se da cuenta que cuando se dice “nació un nuevo sujeto político que se identificó con el peronismo”, se está cometiendo un enorme error. Uno no puede identificarse con lo que ya era. Simplemente lo sacó afuera, lo levantó como bandera y lo llevó a la victoria.

Pasaron muchas cosas del 18 de octubre en más, una de ellas es que la Argentina nunca volvió a ser lo mismo.

Felíz día, compañeros. Y ¡Viva Perón!



martes, 6 de octubre de 2015

MAR DEL PLATA

¿Vamos a Mar del Plata?



Las Cumbres, y sobre todo las de Las Américas, casi nunca coincidieron con la idea del “continentalismo” de Perón. Suena tan yanqui eso de “las Américas”. Sin hacer docencia –que no podemos- y haciendo uso sólo de la memoria y unos pocos elementos (nada de buiquipedia) las cumbres suenan a inútil, inútil frente a los poderosos, con el sólo premio consuelo de la contracumbre. En una reunión americana se rajó a Cuba de las Américas; en tantas reuniones americanas se disimularon agresiones imperialistas. En tantas.

Nosotros acá en el frío del sur intentando medio desendeudarnos, levantar cabeza, levantar el ánimo, juzgar a los asesinos de la dictadura, desandar la argentina del destrozo y autoestima bajo el piso. Nosotros acá tratando de resucitar de la mano de un tipo desgarbado que te escupe cuando habla, que te mira fijo y no sabés bien si es a vos o al de al lado, que usa mocasines siempre, el saco cruzado descruzado y sin abrochar, y que firma con una bic negra. ¿Entendés?

No, claro que no y nosotros tampoco entendíamos muy bien, sólo era el resto de la fe que nos habíamos reservado por si…

Viene Bush. Estamos cagados, más que cagados. El Area de Libre Comercio de las Américas (el famoso ALCA) avanza, y aunque no le está yendo muy bien nos vienen rodeando. ¿Te acordás cuando México era progre? Y los brasucas la quieren para ellos, eso del Mercosur y todo lo que quieras, sabés, no va a resultar. Chávez habla habla, pero viste es un milico. ¿Qué juntamos? El hambre y las ganas de comer… Y si, nosotros apenas podemos llevarles un nombre que levantamos como si fuera una bandera.

Se va a hacer un acto, hay que apoyar a los presidentes nuestros. Qué cosa, tener “presidentes” nuestros. Allá se armó la de siempre, un poco de quilombo, humo, piedras, y somos todos reantiimperialistas. Y no pasa nada después. Esta vez puede ser distinto. Entonces… vamos a Mar del Plata, dale.

Bush todo sonrisa amurallada, amable y soberbia. Se sienta a escuchar a estos negros de mierda, a los perros del patio trasero… lo que hay que hacer. Pero puede llevarse el ALCA y de buenas maneras, que no parezca extorsión. Le dan vueltas, se lo tiene que fumar a Chávez que es un comunista, un populista, un dictador, un un un sudaca milico de pelo duro (¿por qué salió mal el golpe? Nadie le contesta al presidente de los Estados Unidos). Habla sin parar como siempre, habla de cualquier cosa hasta de literatura latinoamericana. Ese que parece croata no está, dónde se metió el flaco alto y desabrido, el presidente norteamericano lo perdió de vista. Le dicen que anda muy de conversa con este, con el otro, que lo vieron mucho con Lula. ¿Algo para preocuparse? Le han dicho en la cara cosas que nadie hubiera pensado. Eso si, con respeto, pero le han maltratado las ágilas, casi casi que le han dado a entender lo de “imperialista”.  Es este populismo latinoamericano trasnochado, fuera de época (a Reagan no se lo decían). La historia terminó, sólo que estos presidentes no se dan cuenta (o no quieren).

Mar del Plata está amurallada de seguridad, plagada de servicios internacionales, de efectivos, de armas y dispositivos electrónicos, con el espacio aéreo tomado. Y el mar que apenas se lo puede ver por los ventanales. Bush nunca supo de Chapadmalal y las bandadas de pibes corriendo el mar. Por primera vez. Durmiendo en hoteles tremendos, imponentes. Por primera vez. Usando la vajilla que usan en las películas. Por primera vez. Fue en otra época, cuando los nazis gobernaban en la Argentina. Perón y Evita, la del musical que hizo Maddona. Eso lo sabía (y lo del desgraciado Braden).

La Cumbre termina para el carajo (como el Alca). Bush se va inmediatamente. Saluda formal y cortésmente, echa una mirada desde abajo al álamo de saco desabrochado que lo despide. En realidad lo despide, ese y los otros acaban de hacer mierda el Tratado. Habrá otros, lo sabe, otros tratados y otros presidentes, la cosa no está para mirar torcido a Latinoamérica. Pero hay que parar a estos tipos, en realidad son peligrosos. Se va con esa incómoda sensación de que en algún lugar algo huele a fracaso.

La reunión sigue, envalentonadamente sigue. Los dueños de casa son varios, ya no están en Argentina, sienten que están en América (la del Sur) y no en lasAméricas.

También le han permitido a Chávez hacer un acto en el estadio mundialista. Ese fue Néstor. Y ahí estamos, esperando en las gradas y con un tiempo de porquería amenazando lluvia. Hay compañeros de otras agrupaciones peronistas, no peronistas, vamos llenando lentamente, algunas banderas. Llueve de a ratos. Toca Silvio, qué cosa.

En el viaje de ida casi nos hacemos pelota. El micro que debía ser no fue y fue cualquier otro, parece que íbamos al hipódromo un domingo. Medio que el chofer se quedó dormido y el bondi se le mandó al otro carril cruzando la banquina que es bastante ancha. Un compañero llegó rápido y pegó el volantazo, que si no. Pero llegamos bien y a tiempo, no como para andar paseando sino para ir derechito al estadio. Algo vamos sabiendo de la Cumbre, cosa de no creer.

Saluda Maradona y ya está Chávez ahí, ancho, sonriente, esplendido. Habla Chávez bajito, bromea, discurre, y la lluvia arremete salvajemente contra nosotros. El Comandante la conjura, pero la conjura de verdad y después de un rato la lluvia para. Igual estamos empapados. Y qué importa. Nos lleva por su selva verde y sus llanos, nos pasea por la revolución americana de toda la vida, nos tienta, nos alienta, nos saca el miedo a todo con su voz de locutor de FM. Y en el medio de la charla, nos canta un poco entonando bien. Es Chávez, y lo demás no importa nada.

A la tarde partimos en nuestro micro extaordinario, vemos pasar a algunos que tuvieron más suerte en unidades cinco estrellas. A no quejarse. Volvemos cantando, incrédulos aún por tanto. Algo de preocupación, nos dicen que en la ciudad hay quilombo. Después de semejante triunfo. Quévaser. Nos vamos, la idea es sacar a la militancia de Mar del Plata para que los poderes heridos no se hagan un picnic, para que sea verdaderamente una derrota nos vamos. Qué se queden los revolucionarios de siempre haciendo el circo de la rebelión.

Ruta, paramos cerca de Dolores. Paramos en una parrilla de la ruta y nos mandamos achuras, algo de vacío, chorizos, brindis de vino. Compañeros, que eso somos y eso hemos venido a hacer.


Fue a principios de octubre de 2005, hace tanto, hace tan poco. Me quedo un poco colgado pensando, un poco con Néstor exultante, un Néstor que se rie de veras con sus compañeros presidentes (con esos dos). Y ahora. Pasa tanto el tiempo y acá estamos, viendo que sigue después de haber conocido en persona a un par de próceres. Y alca, alca, ALCARAJO.

lunes, 5 de octubre de 2015

¿QUÉ DEBATE?


¿Scioli tendría que haber ido al debate de los candidatos? ¿Es bueno que los candidatos debatan por TV?

Estas y otras preguntas similares sacuden las transitadas redes sociales y algunos diarios, pero no mucho más; la ciudadanía parece estar lejos de tales preocupaciones. Eso no le resta importancia al tema, sin embargo.

Dicen los que saben –y Ricardo Rouvier me parece que algo sabe de esto- que los “debates presidenciales” acá y en la experiencia internacional no agregan demasiado. Fue más claro aún, dijo que suelen ratificar la elección de los que ya habían decidido su voto, pero no han provocado un cambios significativos en las preferencias electorales de los votantes.

Los debates políticos armados para la TV suelen ser aburridos, lentos, llenos de chicanas y, en el caso de la oposición en la Argentina, muy agresivos para el oficialismo y particularmente la figura de la Presidenta.

Algo de todo esto debe haber gravitado en la decisión del candidato más votado en las PASO para no concurrir al convite de la ONG “Argentina debate”. Y así resultó que “menos de la mitad de Argentina debate”. En fin.

Dejo de lado el argumento ese tan pobre de que al que va ganando no le conviene debatir, porque no lo necesita y se arriesga a quedar en falsa escuadra. Pavadas, Scioli es un hombre que estuvo expuesto siempre al fuego amigo y enemigo, y salió sin raspones y con más fe en el futuro. Olvídenlo, el tipo es antiflama; no va por ahí el asunto.

Hay una serie de imágenes recurrentes en el imaginario sobre la democracia que convendría explicitar… Se dice que es importante la alternancia de partidos opositores en el ejercicio del poder político. Cierto, es importante pero no un dogma, si los pueblos eligen durante por varios períodos al mismo partido o frente (en este caso a uno que tiene como divisa y esencia al peronismo) es porque les parece que gobierna mejor que otros y/o a favor de los intereses del pueblo y de la Nación. Sin embargo, algunos sectores de la oposición y los medios hegemónicos (y las empresas hegemónicas) tratan de mostrar este asunto como un indicador de un poder tiránico y totalitario, la evidencia de una dictadura (es lo que suelen decir los cómplices de una dictadura).

Otra zoncera sobre la democracia indica que se debe, ante todo, respetar el derecho de las minorías. El énfasis está puesto en que las minorías estarían al borde de ser masacradas por turbas exacerbadas en su degradación moral por la demagogia y el clientelismo (es decir, peronistas). Los que propugnan este principio como declamando en el ágora, casi nunca –nunca- hablan del respeto al derecho de las mayorías, que debe estar primero.

Para no abundar (cualquiera puede hacer su listado sobre este particular), me parece que el “debate presidencial” está dentro de estas afirmaciones sin fundamento en el sentido de que no es menos democrático si no se da. Hay muchas instancias de debate, y los debates populares que tienen que ver con la participación y la discusión de los grandes temas a nivel de base, es algo que a nuestra democracia y a nuestro pueblo le anda faltando desde siempre.

Scioli afirmó que prefería concurrir a un debate que estuviera reglamentado por una ley del Congreso (creo que presentó algo en este sentido hace un tiempo). Alguno dirá que fue oportunismo electoralero. Pienso que no. El Congreso debería dar un marco legal y claro para este tipo de debates, que son parte de las campañas electorales. Si deben realizarse que sea con reglas claras y no por iniciativa y padrinazgo de gigantes de la información o extrañas organizaciones civiles.

En síntesis, a este humilde fulano le parece bien que su candidato, Daniel Scioli, no haya concurrido al debate privado de los candidatos a presidente.


viernes, 2 de octubre de 2015

SPOT

Está el que pone cara de papa frita y mirándo a la cámara en lugar de felíz cumpleaños, te dice que él ya ganó porque vota por lo que cree… no como nosotros que votamos por lo que nos conviene (chori, coca, plan y un país de puta madre). Y bué, margaritas a los chanchos…

Tenés al otro, el de Tigre, sisi el que pierde un atorran…perdón, un compañero/a por día. Ese que aparece sin tanto fotoyop como en aquel afiche que se parecía a Ramón Bautista Ortega antes del Club del Clan. Ahora quiere poner milicos y canas adentro de tu casa, debajo de la cama, navegando en la sopa, en las villas, sobre todo en las villas (en los countries no, será porque esos barrios bien cerrados y “seguros” son los elegidos por los narcos).

Ahí viene caminando la parejita de troskos, tan simpáticos y tan new age… quieren cobrar como una maestra porque son rehonestos y rerevolucionarios. ¿Y si la maestra aspirara a cobrar como un diputado, no sería mejor? Encima Del Caño, ideal para un programa de vivienda popular. No hay suerte, puto imperialismo.

Cierra -en el mismo espacio publicitario- Mauricio. Parece impostado, pero es la mala leche de uno. Es un fulano que ha descubierto muchas cosas últimamente; sus propuestas sorprenden, más bien te dejan sin palabras: Asignación Universal, compus para los chicos en la escuela … voto femenino, y vivir mejor, sin peleas. Sin contenidos, sin comentarios, Cindirela…

Podés amargarte frente a la tele o disfrutarlo, son formas de encarar la vida. Siempre es preferible que la oposición diga cualquier verdura a que no se pueda decir nada. Siempre es mejor uno de esos infelices en pantalla antes que el caño de un fal apuntándote al estómago, que un cacheo en la calle y a la luz del día, que controles de bondis en puentes. Siempre mejor un Ménem, un De la Rúa, que un Bignone. Ah la democracia…

¿Somos mejores? Los del FpV si señor, somos mejores. Mejores gobiernos. La Patria está más grande y más bonita tras estos doce años. Y le traemos un Scioli para que vea que también cuando queremos podemos tener buenas maneras. Pero guarda, que hasta Scioli se puede enojar. Sigue ocurriendo que la oposición es muy mala, mala de toda maldidéz, mala para proponer, mala para actuar, hasta mala para mentir. Descarados para todo. Obscenamente gorilas, ya no con el peronismo solamente (pero partiendo del odio a todo lo que representa el peronismo históricamente).

En estos años, sobre todo después de la joda del campo, discutimos mucho. En la familia, con los amigos, porque no todo el mundo puede vivir sólo entre compañeros. Afuera está la gente y la gente pispea los titulares de Clarín, te ven TN en los bares, se acoplan a la media malaonda cotidiana que da el ser urbano. A veces, pensar un poco es difícil. ¿Quién quiere andar peleándose con todo el mundo?, cuando el mundo es pequeño y mediado-mediático. Por lo general, te gusta estar de acuerdo. A veces uno mismo se reconforta entre compañeros porque le gusta eso, estar de acuerdo. Creer en un proyecto nacional y salir a defenderlo todos los días no es para cualquiera. Pero resulta que cualquiera es tu gente. Y esto que defendemos y cuidamos y queremos que continúe y se desarrolle con Scioli, tiene necesariamente que decirle cosas al fulano que es como nosotros, pero se enojó en un momento, le faltó algo, no le llegó lo que le correspondía (o que creía le correspondía).

En confianza, uno sabe que entre lo mucho para celebrar, hay cosas que no salieron, que salieron mal, que no se hicieron. Hay un no se pudo, puede haber un no se quiso. Lo que decimos es que la suma total da bien y no hay por qué hacer toda la cuenta de nuevo. Pero usté tiene que estar, no da lo mismo. Este es el momento de animarse cuando falta tan poco, porque la Victoria viene, y es mucho más que una sidra.  

Hay un spot que no aparece en los espacios cedidos, es el que armamos cada uno de nosotros con las cosas que nos importan. La familia, los chicos, el laburo, lo que queremos (ser)hacer, algunos con un país, algunos con el futuro más a largo plazo. Todo eso es importante y se juega ahora. Busco un cierre… a ver, el 25 cuando veas la urna decíte un ¡Viva Perón! en el corazón… se fue a la mierda, así no te voy a votar pelotudo diría la vecina.

Bueno, salió bien con el 22,5 ¿cómo no va a salir ahora con Néstor mirando?