viernes, 30 de enero de 2015

EL HEROE



San Borja, Santo Tomé, Río Grande do Sul, Corrientes… Recodos de una patria desconocida que siempre quiere ser grande y se confunde. 30 de noviembre, 1778, cerquita de un niño sanmartín, mismo lugar. 

Lector, buen escriba, músico. Bella caligrafía, dominador del idioma… pero ¿cuál? Guaraní por procedencia, español por derecho de conquista, portugués por presencia imperial. Hubiera aprendido a fabricar violines si los jesuitas hubieran durado un poco más. Indio peinado, enseñado por el cura. Católico. Lee música, toca.

Antes Artigas por el norte lejano de la Banda Oriental, pasa a caballo y lo ve. Va con Belgrano (que ya no está) en una campaña victoriosa de tan derrotada. ¿Lo vió el general Belgrano? El vio a Belgrano desde el caserío, lo vio pasar al frente de la tropa y fue detrás, con los demás guaraníes.

Todo pasa en 1811. Éxodo oriental, éxodo de guaraníes que van. Protector y guía de Indios. Al Caudillo se lo sigue, el que lo sigue sabe por qué. Andresito será Blandengue.

Comandante General de las Misiones. Un gobernador en guerra. Le ordena el Protector: recupere el territorio que ocupan los paraguayos. José Gaspar de Francia que no se decide, porque ya optó por Paraguay. Qué hacer. Y con quinientos indios mal armados, mal vestidos, va. 

Candelaria. Santa Ana. San Ignacio. Loreto. Corpus. Va.

Sigue a su General, y dice la consigna con su voz de indio: “que los más infelices sean los más privilegiados”. Como le enseñó. Gobierna que es decir, reparto de tierras, terminar con la servidumbre, cabildo (volver a esos cabildos de indios) para producir y comercializar la yerba mate, fabricar la pólvora y construir los hornos para la milicia. 

Un gobernador en armas que es un indio. El único. Caudillo de las Misiones. Todos los condimentos como para desaparecer del libro de recetas de la patria chica, esa que los miserables construyen en Buenos Aires. 

1816. Caen bandadas de portugueses, invasión del ejército más poderoso de la mal América. Numeroso, perfectamente armado, imperial. Andresito cruza el Uruguay por Itaquí y le pega dos sopapos: San Juan Viejo y Rincón de la Cruz. Le pone sitio a Sao Borja. Ya son dos mil quinientos.Tarda y lo corren. En retirada pasa por Yapeyú. El niño que es General está lejos y cada vez más lejos de Buenos Aires. Andresito será su guardaespaldas. ¿Lo sabe? Lo intuye o lo sabrá. Lo sabremos. San Martín sueña mientras arma Cuyo, también gobierna, igual.

La contraofensiva portuguesa se lleva puestos la mitad de los pueblos. Arrasan, destrozan. Andresito se recupera en la guerra correntina. Apóstoles.

El Protector ordena: avance sobre Corrientes. La oligarquía de encomenderos no quiere al Indio general. El indio se la banca pero el General los obliga a limpiar personalmente la plaza. Barra, enjabone y lustre, que se ensucien al fin sus blancas manitos, que se caigan los anillos. La puta oligarquía. 

Va a Misiones, busca a su General (a su Protector). No lo haya. Lo capturan y lo hacen ir caminando a Porto Alegre. Qué cosa con hacer caminar a la indiada, los Kilmes, los derrotados del Sur después. Qué cosa. 

Sale en 1821. Vuelve a entrar a la cárcel, dicen que por una riña. Estos negros… porque los indios son esos negros.

Alzaba la bandera tricolor, que como decía el Protector, era blanca por “nuestra distinción y grandeza”, azul por “nuestra decisión por la República”, y roja “por la sangre derramada para sostener nuestra libertad e independencia”. 

Andresito. Andresito, comandante. ¿Dónde te lloraron? ¿Dónde está tu tumba? Adonde llevamos las flores. Al viento. Andresito no estaba y se fue. Dicen cosas, como siempre dicen cosas. El gobernador no tiene campo santo. Es campo santo todo lo que pisó y las páginas que no tuvo y va teniendo. Cosas del revisionismo y de gobiernos, de esos gobiernos desgarbados del pueblo que levantan las losas de la historia de la patria chica y desentierran una Patria Grande.
Se llama Andrés Guacurarí. Es Andresito Artigas. 

“ARTÍCULO 1° — Declárese héroe nacional al general post mórtem don Andrés Guacurarí también conocido como comandante Andresito o Andresito Artigas, como tributo y reparación histórica por su contribución a la epopeya de la emancipación del continente americano. 
ARTÍCULO 2° — Desígnase sede nacional para la conmemoración de la batalla de Apóstoles el sitio histórico, ubicado en la ciudad de Apóstoles, provincia de Misiones, e institúyase el día 2 de julio de cada año como Día de la Conmemoración y Recuerdo de don Andrés Guacurarí.”
Congreso Argentino, en Buenos Aires, a los diecisiete días del mes de diciembre del año dos mil catorce. Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

General Andresito: ¡Ordene!

Datos históricos tomados de www.elhistoriador.com.ar (fuente: Felipe Pigna); www.chasque.net; www.territoriodigital.com.

lunes, 12 de enero de 2015

NI YANQUIS NI MARXISTAS



Uno puede seguir pensando que el marxismo es una guía para la acción –como aconsejaba el mismo Marx-, pero si ha llegado al peronismo se sobreentiende que el marxismo ha dejado de ser el encuadre filosófico -político global y excluyente en el que se inscribe el propio pensamiento. Así le ocurrió al que escribe hace unos cuantos años ya, de ahí lo de “peronismo por opción”. 


Eso está claro. Cuando promediando los sesentas y sobre todo en los setentas se agitó dentro del peronismo el “ni marxistas” como grito de guerra, varias procesos simultáneos se cruzaban quizá trágicamente… La creencia de muchos de que un aluvión impensado de jóvenes influidos por doctrinas de izquierda intentaban copar y desvirtuar la doctrina peronista a la par que adueñarse de Perón y reinventar una Evita que no les coincidía con la tradición que habían aprendido. En los sindicatos corrió con toda seguridad esta divisoria de aguas, y entonces la llamada “ortodoxia” pudo pasar de la defensiva a la ofensiva. 


Por otra parte y más en concreto, el “ni marxistas” sirvió para una purga fenomenal de toda intención e intento de cambio profundo, estructural, en vías a la concreción de una sociedad más justa (libre y soberana). Y la verdad es que el “socialismo nacional” no era otra cosa que llevar al límite la propia doctrina del General Perón, no tergiversarla. El “ni marxistas” operó como antesala de la Triple A y los posteriores Grupos de Tareas de la Dictadura Cívico Militar. Las cosas por su nombre.


Dicho esto, como para que no queden dudas, vamos al otro término generalmente olvidado. 


Las peores infiltraciones sufridas por el movimiento peronista siempre vinieron de la mano de un incumplido “ni yanquis”.  Suponer que esta consigna y su correlato de “combatiendo al capital” en la marchita, se relacionan al “Braden o Perón” solamente, es pecar de ingenuo cuanto menos. Y acá suele no haber ingenuos. 


El “desarrollismo” que traía la dupla Frondizi-Frigerio impactó de lleno en el peronismo porque se parecía a una “modernización” de la doctrina. Se prefirió mirar hacia lo que arrimaba a la independencia económica (el autoabastecimiento petrolero, por ejemplo), más que los caminos por los que se proponía lograrla, es decir, con la concurrencia del capital privado (y en lo real, el capital extranjero). La dirección no la tendría ese Estado Justicialista edificado en una década atrás. ¿Error de Perón? Claro que no, lo de Perón fue hacer una alianza electoral para saltar la proscripción y la barbarie “libertadora” de pretender desaparecer al peronismo. La cuestión ideológica tuvo que ver con mucho “neoperonismo” o de los que pretendieron “un peronismo sin Perón”. Que conste que esto no va para cargar las tintas sobre A. T. Vandor –autor intelectual de tal tropelía-; fue toda una corriente dentro del movimiento que veía con buenos ojos una solución así del tema. Por esas grietas se fueron colando ideas que eran ajenas al peronismo. 


El otro gran momento de infiltración fue el neoliberal de los noventas. Al abrazo Menem-Rojas (infamia de la que poco se recuerda) le siguieron incorporaciones de notorias figuras del partido del capitán-ingeniero Alsogaray al gabinete y funciones de Estado. Vino la gente, las ideas y las políticas derivadas. El menemismo es una traición por lo que hizo, pero por su historia nadie le debería negar su tradición peronista (este fulano no se atrevería). Las privatizaciones y el famoso “desguace” del Estado significaron la demolición de ese Estado Justicialista que sobrevivía en doctrina social y derechos adquiridos. El Estado no estuvo ausente, no se corrió de la escena, sino que se puso al servicio del poder real, ese que había perdido el poder político y ni con una dictadura había podido recuperarlo legitimado. Y ojo, porque la infección produjo mezcla de ADN, lo que significa que nunca vamos a poder quitarnos algunas ideas de encima.


¿A qué viene todo esto?... ¿una tardía reacción antimenemista que se parece a un pateando al caído?

Viene a que el “ni yanquis” tiene que tener el mismo valor o más que el “ni marxistas”. La izquierdización del peronismo es una exageración si se quiere, pero la yanquinización configura una traición, porque nada tiene que ver con la doctrina peronista, más bien es su contrario (y su alter ego). Y estamos en peligro.


Tras doce años de recuperación del peronismo original, estamos en peligro. El kirchnerismo significó el asentamiento definitivo del peronismo como valor nacional, ese que es el único que puede gobernar y puede hacerlo en un sentido de independencia y soberanía. Lo hizo teniendo en cuenta también lo que decía del ADN, porque comprendió algo de ese neoliberalismo, para superarlo en la mayoría de los casos. 


Muchos que lean esto –o los que lean esto, de no ser muchos- pueden pensar que el misil que se preparó en los párrafos precedentes tiene un solo destinatario… Y no. No soy de los que ven a Scioli como un traidor en busca de una oportunidad, con él el problema puede ser de intensidad, algunas ideas contrariadas, inconsecuencias, pero nada que lo sitúe afuera de este proyecto nacional (ya habrá tiempo y necesidad de polemizar todo lo que se quiera sobre este particular). 


Aquí se está hablando de proyectos peligrosos que han tomado al peronismo como rehén y le pretenden cambiar la bandera, dejándolo como un waffle de The Embers (vamos probando la antigüedad del lector y denotando la propia). Barras y Estrellas mimetizadas en banderolas que se ven ondeando real o secretamente en conglomerados de la costa de Tigre, por ejemplo. Sergio, el mejor amigo de la Embajada, el que se pasa el 4 de julio brindando. Y su cohorte de oportunistas, muchos de los cuales ni sueñan con ser peronistas. Y otros que lo son… como lo son los que le dieron gran parte del aparato del PJ al ascenso de Macri en la capital. 


Entonces, la consigan completa: “ni yanquis, ni marxistas”. Conozco a muchos ex marxistas que ahora son peronistas de corazón (y al que mejor conozco es a mi), no quiero yanquis en el movimiento.