jueves, 21 de junio de 2012

NO.

Todo en caliente. Así parece que manejara la política sindical la dinastía Moyano. Pero no es verdad, hay un cálculo preciso (¿mezquino?) en cada movida, en cada exabrupto y en cada redoble de apuesta. Saben cómo y saben con quiénes.

Es incomprensible el por qué y cómo el Gobierno dejó que las cosas llegaran hasta acá, por qué no se le dio el trato preferencial acostumbrado –si se sabe que uno trata con un aliado y no un propio; se suele tratar mucho mejor a los aliados que a los propios en la política criolla-; por qué no se lo llevó aparte y se le explicó que el proyecto Recalde de reparto de ganancias por ahora no podía ir, porque se venía con todo la crisis internacional. Pactar un pago de la deuda de las obras sociales en plazos, porque en caja había poco efectivo. Ver cómo ir sacando la piedra del zapato de cobrarle ganancias a los trabajadores. Ir viendo y comentarlo, aunque sea silenciosamente en reuniones que dan la idea de que el fulano está en algún círculo en donde se cocinan las cosas. Pero no fue así, parece.

Igual, esto anotado para decir en qué me parece que nuestro Gobierno mete las de andar (al pedo y seguido). Otra cosa y otro tono merecen  las actitudes de Moyano desde antes del triunfo (inobjetable e inagenciable) de Cristina para acá. La lista la conocen todos, pero digo ese acto furibundo a días de la reasunción presidencial. La renuncia absurda y despechada al PJ de la Provincia (BA), descubriendo que era una cáscara vacía, una mierda que no se entiende por qué entonces le da tanta bronca no tener.

Y la junta. Madre mía. Moyano dice que frente a él se plantan “impresentables” de la década de los noventa, y tiene razón. Pero él se sienta con un mamarracho detestable como el Momo Venegas (que, encima tiró y tira para la Mesa de Enlace como delegado de Duhalde). Lo apoya Barrionuevo, el “dirigente” de la payasesca CGT Azul y Blanca y Pablo Micheli, el lider indiscutido de pequeños gremios permanentemente movilizados junto a Barrios de Pie (esos puteadores profesionales que supimos conseguir). Me dirán que del otro lado las cosas no son mejores. Tienen razón y si no lo dicen, lo estoy diciendo yo. Solamente apelo a un poco del decoro que Moyano demostró tener muchas veces y perdió, lamentablemente.  

El trasfondo primario es la elección del 12 de julio, qué duda cabe. Y hasta Caló parece simpático, comparado con el espectacular desmadre de la conducción de Camioneros. Dejemos a los troskos pensar que es una pelea entre la burocracia sindical aliada a la burguesía, la puta son nuestros dirigentes (te guste o no, me gusten o no).

Y a mediano plazo, algo huele a podrido en Dinamarca (que queda en La Plata), ¿o no? Se van alineando los patitos.

Gremialmente hablando, la cosa es clara. Tendencia al empleo genuino, salarios que permitan el consumo (y la inclusión, que es un alguito más) y paritarias regulares (sin piso ni techo). Son las reglas y los principios, no más. El que se aparta de esto, hoy por hoy está pateando el tablero. Y siempre se patea el tablero en alguna dirección, nadie –a esas alturas- tiene un ataque de ira huracanada.

Ahora tienen el 25,5 y hay que acatar la conciliación obligatoria. La movilización a Plaza de Mayo, claro que hay que hacerla para venderla lo mejor posible en la elección del capo de la CGT, o cuando terminen entre todos de partir la CGT. Pero es eso, no tiene nada que ver con reclamos ni reivindicaciones, a menos que se marche por lo de Ganancias (lo cual sería llevar la aristocracia obrera a niveles de debate fiscal).

Un tema el poder sindical, el sindicalismo por si mismo. Una deuda pendiente de la recuperación democrática es la de democratizar la vida sindical argentina. Pero… pero no cómo lo han intentado casi todos (esa “ley Mucci”) y menos dándole letra al gorilaje siempre listo. Abrir el debate, instalarlo y dejar que los trabajadores hagan el resto. Y si quedan estos dirigentes, bueno, será así.

Moyano quiere hacer daño, empardar otra 125. Va a perder, no me caben dudas. El tema es que en el revoleo de chancletas no se anden todos tirando con los trabajadores. Habrá que ver, esto recién empieza.

miércoles, 20 de junio de 2012

La bandera de Belgrano


La derrota se filtró con la luz del primer sol. Tal vez. Una ciudad extraña lo albergó un poco y lo aguantó menos. El día de los tres gobernadores que no fueron porque en realidad el vacío político se enseñoró de Buenos Aires. Otra vez, antes de la próxima vez.

Y allí estaba Belgrano muriéndose. A lo lejos se escuchó el golpe de la cancel cuando se retiró el médico que, protestando, le tuvo que aceptar el reloj como pago. Es que él insistió y se lo puso en la mano apretándosela fuerte, no como el enfermo terminal que era, sino como el que había sido.  

Tenía la fuerza del que venció en Salta y Tucumán, del que se metió a milico de puro militante, el que asombró a San Martín y le enseñó política. La mano convencida que levantó todo un pueblo y se lo llevó lejos. La incontenible fortaleza de un funcionario colonial que pasa a ser un revolucionario. Ese, y también otras muchísimas cosas para las que no es necesario hacer una lista.

Después, sólo “El Despertador Teofilantrópico” publicó algo sobre su muerte. Nadie más, estaban todos muy ocupados.

Qué cosa, don Manuel (José Joaquín del Corazón de Jesús), qué cosa nuestra patria.
Mausoleo, maestras bobas y sarmientinas, el soporte inefable de Billiken. Un rulito, los rumores para dudar de todo, otra historia oficial para educar pelotudos.

Y mientras a uno de sus hijos lo criaba don Juan Manuel (felíz de él), y mientras la idea de la monarquía inca la pervertía Mitre (pobre de nosotros). Ganaban en todas las puntas los señoritos del puerto, los comerciantes del monopolio, los librecambistas hipócritas de Rivadavia. Ganaban los otros. Y usted perdía como siempre pasa en este país que honra las tragedias y le toma el pelo a las ideas.

Usté, mi general Belgrano, tenía un Proyecto Nacional. Balbuceado, pensado, tachoneado, medio mestizo, medio negro, medio educado. Nos lo dejó ensecretado en los pliegues del trapo que venimos defendiendo hace doscientos años. Hay que descubrirlo y sacarlo enterito para que el sol lo temple y no puedan ya desfigurarlo.

Nuestro primer Tío (porque don José es el Padre), se levanta de la cama como de una siesta y escribe una carta, una orden. Ahora está sano, a salvo.
A veces hay gente que hace una bandera y la enarbola, la lleva adelante nuestro. Pobres de aquellos que estén guachos de ideas, dirigentes y conducciones. Son los muertos que vagan perdidos sin causas, sin banderas, con la derrota como divisa.

Gracias don Manuel, su Patria existe.

sábado, 16 de junio de 2012

NO NOS HAN VENCIDO

Hoy, lo creían. Hoy se lo creyeron... Cacerolearon desde el cielo, cobardes como siempre fueron los chupasangres y los vendepatria. ¿Putearlos, buscarlos, vengarse? Paqué. Era mucho peor lo que les teníamos reservado. Y es esto:

NO PUDIERON. ¿Saben qué? No pudieron.
Ahí tenemos a una minita de los setenta (que les hubiera convenido bombardear señoritos) hablandole de frente al Rey León para que se den cuenta de que nos van a tener que devolver las Malvinas. Ni cuota Hilton, ni ocho cuartos. Las Malvinas. 
Y lo tenemos a la bestia, ese que vino del sur a abrir las puertas de la ESMA (la joyita de tu abuela gorila) y las puertas del país para que otra generación se haga orgullosamente peronista.
Pudieron si, nos hicieron más y más pueblo. Porque la amargura y la derrota te hacen grande, aunque es mucho mejor aprender cosas en un cumpleaños. Nos hicieron seguir a un Coronel (que era nuestro) y transformarlo en "El General", grados que no da la carrera militar, pero los da un reguero de básicas en cada pueblo. 
Se la tienen que bancar. Para siempre, porque no nos vamos nunca más. Hay un pacto de amor que ustedes (pobrecitos) jamás van a entender. Nos lo enseño Evita, nos lo cumplió Perón.
Hoy, 16 de junio, pasan por Plaza de Mayo a vuelo rasante miles de compañeros fantásticos, esos que reaparecen cuando se pelea por una Patria Justa Libre y Soberana. 
Eso pudimos.

viernes, 15 de junio de 2012

TARTA DE CIPAYITOS


Para traicionar a la Patria, primero hay que saber que existe. Este parece ser uno de los problemas del PRO, ese curioso experimento con que la derecha quiere olvidar su vertiente nazional (ese otro asuntito) y descubrirse más liberal que Alsogaray.

La cuestión parece ser liderar "algo", que se oponga brutalmente al gobierno nacional. ¿Y qué mejor que una causa definida como "nacional" (esa sí con "c" de casa, con "c" de compañero)? No estar de acuerdo con el gobierno en el reclamo por la soberanía argentina en las Islas Malvinas. Una preciosura…

Parece muy brutal, entonces ¿por qué?
Existen (deben existir) una cantidad de argentinos (hagamos un abuso del término) que no acuerdan con que las Islas Malvinas deban ser argentinas. En un esfuerzo de imaginación, voy a hacer una lista de motivos para respaldar una opinión de ese calibre:

- Fue una usurpación pero pasó hace mucho, ya no tenemos derecho a continuar con el reclamo.
- No es lógico reclamar una herencia del Imperio Español; el mundo moderno tiene otras lógicas.
- No es bueno oponernos a la política exterior de una potencia de primera magnitud como Gran Bretaña; si bien es injusto, podemos tomarlo como un pequeño precio a pagar por estar insertos en el mundo.
- Hay que tener en cuenta la opinión de los isleños que son los habitantes reales de las islas, si ellos se sienten ingleses, debemos respetarlos.
- Los supuestos derechos históricos y geográficos que alega nuestro país son discutidos por las principales potencias en los foros internacionales, corremos el riesgo de aislarnos cada vez más en una posición chauvinista y poco inteligente.
- El reclamo quedó totalmente desvirtuado por la guerra de 1982; por más que digamos que la decisión fue de un gobierno de facto, los ingleses y Europa no lo ven así, de alguna manera todos quedamos salpicados por lo que ocurrió en esa época y nos quita derechos.
- El lenguaje utilizado por este gobierno para renovar el reclamo es agresivo y antiguo, en el mundo de verdad no se habla de "situaciones coloniales", eso pertenece al repertorio del populismo.
- No podemos compararnos con un país como Gran Bretaña, no tenemos la historia, el lugar, la tradición ni el potencial económico y militar. Los reclamos tienen que ver con esos aspectos más que con antiguos derechos.
- Nunca tuvimos en cuenta a las Islas Malvinas como parte de nuestro territorio. Además tenemos una historia de abandono del Interior, no integración económica ni nacional, preeminencia de la Capital sobre el resto; primero tendríamos que hacer realidad la soberanía en la Argentina para poder ocuparnos de las Malvinas.
- Este país siempre tuvo gobiernos corruptos y un Estado sobredimensionado que actúa siempre en contra de la sociedad y coartando la libertad de los privados para comerciar, desarrollar la producción y generar ahorro. Es mejor para los malvinenses no ser parte de esto, pensemos que son ingleses…

Más o menos algo así (a muchos se les ocurrirán infinidad de pensamientos, prejuicios y razones que no figuran en el listado, que cada uno agregue lo que le parece mientras lee), podemos reducirlo a un puñado de principios básicos:

a) el reclamo interfiere en la relación con las potencias mundiales. Estar en armonía con los países poderosos es de suma importancia;

b) no tenemos razón; los países fuertes toman y hacen lo que quieren, es su historia. Nosotros somos un país subdesarrollado; y

c) nuestro país nos da vergüenza; no importa si tenemos razón, lo mejor para cualquiera es ser inglés y no argentino.

Me quedo con c). Sentirse menos, avergonzado ante la cultura que se supone hegemónica y superior, sentirse digámoslo "como un negrito" y encima sabiendo muy bien que los ingleses/europeos (los blancos de verdad) no van a distinguir entre uno y todos los negros que nos rodean, pone a alguna gente en una situación tremenda de subestimación y humillación. Es lógico que, ignorantes soberbios de la propia identidad, resulte fácil abrazarse a otras banderas y a supuestos éxitos ajenos.

Sin entrar a hacer teoría, diría que tiene que ver con la colonialidad cultural del poder. Suena bien pero trata de nombrar a un estado lamentable de degradación cultural, la pérdida absoluta de la propia cultura y el reemplazo por el discurso del amo. Y eso, que se agacha hasta la traición, es lo que verdaderamente debe dar vergüenza.